Page 394 - Lara Peinado, Federico - Los etruscos. Pórtico de la historia de Roma
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En Vulci (CIE, 11033), en época tardía, Suri aparecía asociado a Thufltha, mien
tras que Cavtha lo hacía al dios Pacha en Tarquinia. Debe señalarse que Thufltha, tam
bién citado con anterioridad, aparece consignado varias veces en el Hígado de Piacenza,
en dos de ellas asociado a Tinta. Algunos etruscólogos hacen de esta misteriosa divi
nidad una entidad plural, equivalente a lo que en Roma serían los Penates.
Tece, por su parte, fue un dios padre que figuró registrado en el Hígado de Piacenza
bajo la forma larga de Tecvm.
Otra divinidad enigmática fue Veltha, creído genio de los campos en sus primeras
manifestaciones. Después pasaría a ser considerado un demonio, figurado con la ca
beza de lobo, según puede verse en un plato póntico del Pittore di Tityos, de mitad del
siglo vi a.C., descubierto en Vulci, y que pasa por ser la más antigua representación
iconográfica de tal divinidad.
Por Plinio el Viejo (Nat. Hist., II, 140) se conoce la leyenda del monstruo Olta o
Volta (nombre latino del etrusco Veltha), quien, después de asolar los campos, amena
zó con destruir la ciudad de Volsinii, acción que fue neutralizada gracias a las plega
rias del rey Porsenna. En un fragmento de una kylix de bucchero, del siglo vi a.C., exis
tente en el J. Paul Getty Museum de Malibu, se recoge el nombre de tal demonio
ctónico en una escueta dedicatoria. En época helenística, la leyenda de Veltha inspi
ró los relieves de algunas urnas cinerarias de Chiusi, Volterra y Perugia, apareciendo
en ocasiones saliendo del mundus o pozo de comunicación con el mundo subterrá
neo. De hecho, tal monstruo era el heredero más o menos directo, según M. Torelli,
de los seres teriomorfos prehistóricos, ya presentes en urnas del siglo viii a.C. (cine
rarios de Pontecagnano y de Bisenzio).
Por influencia griega, y también para poder personificar los espíritus orgiásticos
de la Naturaleza, los etruscos representaron abundantemente en acróteras y bronces
parejas de Ménades —eran las bacantes divinas, seguidoras de Dioniso— y Silenos,
esto es, sátiros ancianos, de los que conocemos algunos con sus nombres etruscos
(Munthuch = «Graciosa»; Chelphun = «Nocivo»), Complejo es el caso de Munthuch,
teónimo varias veces citado, y entidad todavía no bien determinada por parte de los
etruscólogos.
La e s t r u c t u r a d e c o n j u n t o d e l p a n t e ó n
Para recomponer la estructura de conjunto del panteón etrusco se dispone de
una información restringida, aunque importante. Entre ella, los datos que nos pro
porcionan la doctrina general de los rayos, la distribución de los dioses que se hizo
en el Hígado de Piacenza y el texto que en el siglo v de nuestra era incluyó el enciclo
pedista Marciano Capella —ya citado varias veces— en su obra titulada De Nuptiis
Mercurii et Philologiae (I, 41-65), obra definida como romanzo teologico por L. Scarpa.
Los párrafos del primer libro de la obra precitada, en opinión de R. Bloch, pro
bablemente transmitirían lo fundamental de los escritos rituales etruscos que, a fina
les de la República romana, había traducido Nigidio Figulo, junto a especulaciones e
informaciones de otros orígenes. En el mismo, además de una indiscutible base
etrusca y romana, existen también elementos de reflexión griega que descansan en
planteamientos neoplatónicos y neopitagóricos, de acuerdo con un cosmos que se
creía ordenado sobre cuatro esferas concéntricas de las que la superior era el Eter y la
inferior la Tierra (A. Maggiani).
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