Page 398 - Lara Peinado, Federico - Los etruscos. Pórtico de la historia de Roma
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del rey Numa había hecho 12 copias de un escudo caído milagrosamente del cielo,
quizá aboguen por la existencia de una agrupación saliar en Etruria.
Por otra parte, no se ha podido precisar si los vocablos sacniscstra («comunidad de sa
cerdotes») y sacnisa («¿consagrado?») pudieron designar a un colectivo de hombres dedi
cados exclusivamente a una divinidad, o al clericado, en su conjunto. Tampoco se han
podido determinar los significados de cver/cvera y aisie/esie —otros dos vocablos del lé
xico religioso etrusco—, que quizá hubieron de aludir a dos categorías de lo sagrado.
Serios problemas de contenido presentan las palabras zacinat y prinisera, presen
tes en la Tabula Cortonensis y a las que se les asigna la categoría de magistratura o fun
ción sacerdotal.
Se sabe que el sacerdote etrusco fue de extracción social noble y que, al parecer,
siguiendo a Cicerón, el cargo y las correspondientes enseñanzas se transmitieron he
reditariamente de padres a hijos. El distintivo que denotaba su condición sagrada era
el bastón o báculo, curvo en su extremo, o lituus, uno de cuyos ejemplares apareció
en una tumba de Caere, aunque hoy se atesora en el Museo de Villa Giulia de Roma.
Se trata de un unicum, de comienzos del siglo vi a.C., trabajado en bronce lamina
do (36,5 cm de longitud), con la espiral finalizada en cabeza de ofidio. Por otra parte,
debe indicarse que tal objeto, según H. Bossert, era el distintivo de los sacerdotes de
la Anatolia central del segundo milenio antes de Cristo. En Roma fue el instrumen
to del augurium y del auspicium.
Por supuesto, en algunas obras de arte etrusco aparecen personajes portando tal
báculo (relieve de una estela del siglo vi a.C., de la región de Fiésole, hoy en Berlín; re
lieve sobre una base circular de un monumento funerario de Perugia, del siglo v a.C.;
relieve de la base de Chianciano, del mismo siglo, hoy en el Museo Barraco de Roma).
Los textos etruscos denominaron genéricamente a los sacerdotes con el título de
cepen, antes consignado (Dionisio de Halicarnaso los llamó kadmiloi), nombre que se
puede leer en diversos contextos, así como en el Liber linteus de Zagreb y en la Tegula
de Capua (aquí bajo la forma de cipen). Dicho título se completaba con otros epítetos
de acuerdo con la función que el sacerdote realizase: el sacerdote urbano —si se per
mite esta expresión— era el cepen spurana; el encargado de las honras fúnebres era el
cepen thaurch; el de los sacrificios era el cepen aisna, conocido también como eisenev.
Debe indicarse, por otra parte, que en las ceremonias sacrificiales —cuya formula
ción externa presentaba profundas influencias griegas— era obligada la presencia de mú
sicos («auletas»), según demuestran numerosos relieves, terracotas y espejos de bronce.
Hasta el momento no se sabe si existieron sacerdotisas etruscas (los vocablos hatrencu
y atren(c) —sólo documentados en Vulci— han sido conectados con una clase de
ellas), aunque, si se relaciona lo dicho por Pausanias (VI, 20) relativo a la presidencia
de los Juegos Olímpicos por parte de la sacerdotisa de Démeter Chamina y las pin
turas de la Tomba delle Bighe, quizá pueda hablarse de sacerdotisas etruscas, al menos
en lo concerniente a los juegos funerarios.
Los arúspices
Los arúspices, expertos en el examen de las visceras de los animales, recibieron el
nombre de netívis trunvt y también el de pava. Iban vestidos con túnicas, sobre las
que ponían un manto corto, de bandas (tebenna), hechos en ocasiones con pieles, y
se cubrían la cabeza con un alto birrete cónico (apex), que ataban con un lazo por de-
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