Page 82 - Lara Peinado, Federico - Los etruscos. Pórtico de la historia de Roma
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dos han sido escasos (tal vez se hallen bajo la actual población), sí han sido notables
        los encontrados en algunas de sus necrópolis con un gran número de tumbas de di­
        ferentes tipologías. De entre ellas sobresalen, sin embargo, las de la época helenística
        por haber aportado  más  de  un  centenar  de  sarcófagos  de piedra,  pertenecientes  a
        grandes y ricas familias locales, como las de los  Vipinana (23 sarcófagos), Cuiruna (34
        sarcófagos), Alna y Statlane (50 sarcófagos).
           Al noroeste de Tuscania se halla Ischia di Castro y  no lejos de ella las ruinas de la
        antigua Castro (¿la Statonia romana?), derruida en el siglo xviii, y  que había depen­
        dido  de  la cercana Vulci. Aquí son visibles  restos  arquitectónicos  invadidos por la
        maleza y  numerosas necrópolis fechables entre los siglos vil y  v a.C. Lo más intere­
        sante son sus ajuares (cerámicas sobre todo) y  sus esculturas zoomorfas, ejemplo de
        la estatuaria arcaica de influencia vulcense, que se colocaban ante las tumbas. En una
        de ellas, de la necrópolis de Poggio di Castro, fue hallado en 1967, junto a los esque­
        letos de dos caballos, un carro de parada (higa) fechable en el 530 a.C., descubrimien­
        to que dio nombre a la tumba (Tomba della Biga).
           Por su lado, en Macchia del Conte, cerca de Viterbo, estuvo Musarna, pequeño en­
        clave que ha revelado, en parte, su planimetría urbana (doce insulae sobre un único eje
        longitudinal). Interesantes han sido el hallazgo en tal enclave de un edificio que en el si­
        glo π a.C. fue transformado en un establecimiento termal y, sobre todo, sus tres necró­
        polis. En una de ellas, en un hipogeo, se localizaron un centenar de individuos pertene­
        cientes a una insigne gens local, la de los Alethnas. De algunos de ellos se conoce su cur­
        sus honorum, caso de Larth Alethnas, hijo de Laris, que fue zilath de Tarquinia.
           Sutri, ubicada en un estratégico enclave, ha facilitado varias tumbas rupestres, al
        igual que Falerii Veteres (hoy próxima a Civita Castellana), que contó con varios tem­
        plos y que, aunque capital del Estado falisco —controlando por ello diferentes ciu­
        dades—, pronto quedó aglutinada en el área de dominio etrusco y tiempo después
        del romano. Destruida en el 241 a.C., sus habitantes fueron llevados a un nuevo nú­
        cleo residencial,  Falerii Novi (hoy Santa Maria di Fáleri),  que conserva todavía sus
        murallas del siglo m a.C. con cinco puertas de acceso.
           Más al norte, en el valle del Fiora, debe citarse Sovana, cuya zona estuvo muy po­
        blada en época arcaica. De su núcleo principal, protegido por los torrentes Fologna
        y Calesina, nada ha llegado, a excepción de las necrópolis de sus alrededores, excava­
        das en las rocas tobosas, con varios tipos de tumbas. Entre las que adoptaron tipolo­
        gía de aedicula hay que señalar la del Tifone, la del Sileno y la della Sirena; en las de cá­
        mara, la Tomba Pisa, y en las de forma de templo la Grotta Pola, pero, sobre todo, la
        Ildebranda, ésta del siglo iii a.C. y de grandes dimensiones.
           Otro  enclave interesante y muy antiguo fue  Saturnia,  recordada  en las  fuentes
        clásicas como Amina o  Urina.  Su importancia le vino dada por su situación geográ­
        fica,  que le  posibilitaba  controlar las vías  de  comunicación entre  los  territorios  de
        Vulci, de Chiusi y del distrito del Monte Amiata.



        A l g u n a s  c iu d a d e s  d e l La c io
           Más importantes que las anteriores, pero situadas en el Lacio (Latium vetus) y con
        rasgos con personalidad propia, fueron Roma y Palestrina (hoy Preneste). Ambas ciu­
        dades, junto a otras, vieron la presencia de gentes etruscas y recibieron el impacto de su
        influencia. Sin embargo, la alusión que los escritores clásicos hicieron de la presencia
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