Page 84 - Lara Peinado, Federico - Los etruscos. Pórtico de la historia de Roma
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Constituido el enclave humano de Roma, sería a finales del siglo vil a.C. (Fase IV
        lacial) cuando determinados productos etruscos (cerámicas y metales), de origen ve-
        yense y  caeretano,  comenzarían  a  tomar  carta  de  naturaleza,  coincidiendo  con  la
        transformación de las  cabañas  en verdaderas  casas  de piedra cubiertas  con tégulas.
        Nos hallaríamos así ante una Roma preurbana, que por estímulo etrusco se iba con­
        virtiendo en una auténtica ciudad, sin duda, la más importante de todo el Lacio.
           Serían,  pues,  los  etruscos  los  que  darían fisonomía  de  urbe  a Roma.  También
        Roma debería al mundo etrusco la continuidad, durante algún tiempo, de la monar­
        quía, como tipo de organización política, sistema, sin embargo, ya preexistente, se­
        gún ha demostrado el hallazgo de un vaso de bucchero en las excavaciones de la Regia
        —residencia edificada, según se creía, por Numa Pompilio en el Foro romano—, gra­
        bado con la palabra rex, vaso fechado a mediados del siglo vil a.C. Aunque, en opi­
        nión de E. Benveniste, la palabra rex pudo designar más a una figura dotada de po­
        deres religiosos que políticos, no es menos cierto que con los datos de que se dispo­
        nen, para los orígenes de Roma puede aceptarse en el mencionado vocablo una clara
        connotación política.
           En Roma se instaló, como se ha visto en páginas anteriores, una dinastía de reyes
        etruscos, los cuales embellecieron la ciudad con templos (Templo de Júpiter Capito­
        lino) y con diferentes obras civiles (Curia Hostilia).
           Cerca de la iglesia de Sant’ Omobono, las excavaciones del Foro Boario han con­
        tribuido a dar a conocer la influencia etrusca en los orígenes de Roma, al haberse des­
        cubierto el más antiguo templo de la ciudad, fechado a mitad del siglo vi a.C. y con­
        sagrado, tal vez, a la Mater Matuta, junto al cual se levantaría muy pronto otro dedi­
        cado a la diosa Fortuna.
           Asimismo, en tal área se ha hallado gran cantidad de materiales tanto de impor­
        tación griega como  etrusca  (bucchero),  así como  algunas inscripciones —muy poco
        significativas— en lengua etrusca, ya comentadas con anterioridad.
           La inflúencia de todo lo etrusco, sin querer caer tampoco en el mito de la «Roma
        etrusca», continuó manifestándose en la ciudad tras la expulsión de los reyes, sobre
        todo en cuanto a instituciones y a temática religiosa y cultural se refiere.


       Palestrina (Preneste)

           Por  su  parte,  Palestrina  (en  latín  Praeneste y  en  griego  Praineston),  a 40  Ion  de
        Roma, fue una notable ciudad, cuya fundación se quiso conectar con tres míticas fi­
       guras: con Telégono, hijo de Ulises y Circe; con Caeculo, el hijo de Vulcano, y con
        el epónimo Praeneste, el hijo de Latino. La ciudad como tal comenzó a consolidar­
       se a partir del siglo viii a.C., para alcanzar un gran prestigio en el siglo siguiente, en
       que conoció la presencia etrusca, dada su excelente posición geográfica entre la pro­
       pia  Etruria y la llanura  campana.  Oscuros,  históricamente  hablando,  fueron  los
       siglos vi y v a.C., siglo este último que vio la lucha contra los latinos al aliarse con
       Roma. Enfrentada a ésta, la ciudad sería conquistada en el 380 a.C. por Cincinnato
       y dominada completamente sólo a partir del 338 a.C. Palestrina pronto pactaría con
       Roma, a la que ayudó en sus luchas contra los samnitas y contra Aníbal, aunque lue­
       go sería masacrada por Sila en el año 80 a.C.
           De los restos etruscos de Palestrina ciudad se sabe poco, si bien se han detectado
       componentes (lastras) que pertenecerían a alguno de sus grandes monumentos. Muy


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