Page 83 - Lara Peinado, Federico - Los etruscos. Pórtico de la historia de Roma
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etrusca en el Lacio fue siempre indirecta y de manera más o menos velada en algunos
        de sus relatos. Los escritores griegos, cuando narraban acontecimientos anteriores al si­
        glo vi a.C., pertenecientes a la cultura lacial (P. Gierow), no acababan de distinguir lo
        que era el Lacio y lo que era Etruria. A ello se le suma que los analistas e historiadores
        romanos tampoco admitieron —quizá por su orgullo nacionalista— que la cuna de su
        Imperio hubiese estado en tiempos primitivos dominada por gente extranjera.
           Aquellas y otras circunstancias motivaron que se minimizase la proyección etrus­
        ca sobre el Lacio.


        Roma

           Con mucho, la más significativa ciudad del Lacio fue Roma, la cual,  calificada
        por algunos historiadores  clásicos  de polis tynhenis (Dionisio de Halicarnaso, I, 29),
        debió en sus orígenes muchísimo a los etruscos, si bien siempre fue una ciudad inde­
        pendiente,  aun conociendo un período monárquico controlado por reyes etruscos.
        Supo, a pesar de ello, conservar su carácter latino, como lo demuestran, entre otros
        indicadores, las inscripciones del Vaso de Dueños, el Lapis Niger, su onomástica, su len­
        gua y sus instituciones religiosas.
           Dichos orígenes son todavía objeto de serios y minuciosos estudios, que han mo­
        tivado una abundantísima bibliografía especializada, sobresaliendo los aportados
        por A. Alfoldi, R. Bloch, G. Colonna, P. G. Gierow, A. Momigliano, R. Peroni, F. Coa-
        relli, E. Gjestard, H. Müller-Karpe, P. Mackendrick, M. Pallottino y A. Carandini, en­
        tre otros muchos expertos.
           En los estudios de tales autores se analiza con mayor o menor profundidad, y a la
        vista de las fuentes arqueológicas y escritas, la presencia de los etruscos, asociados a los
        inicios de Roma. Ello subraya la indudable importancia que Etruria hubo de proyectar
        sobre la Ciudad Eterna, sin que en tal proyección se deban ver necesarias consecuencias
        políticas o culturales, como han argumentado algunos especialistas. Una postura hiper­
        crítica, sin embargo, adopta T. J. Cornell (1995), para quien el contacto de Roma con los
        etruscos  tuvo  tan  sólo  efectos  superficiales,  aludiendo  a  la  Roma  etrusca más  como
        «mito» que como realidad histórica.
           Las  excavaciones  arqueológicas  efec­
        tuadas en distintas épocas, al tiempo que
        han ido  arrinconando la tesis  del  origen
        de Roma como ciudad relacionada con la
        leyenda  de  Eneas  —según  M.  Sordi,  la
        misma  habría  arribado  desde  el mundo
        etrusco, que la hubo de conocer ya a fina­
        les del siglo vi a.C., en opinión de Fr. Bró-
        mer—,  han  puesto  al  descubierto  mate­
        riales análogos a otros enclaves del Lacio
        y a restos de cabañas del siglo viii a.C. en
        algunas  de  sus  colinas  (Palatino,  Esquili-
        no, Celio, Quirinal) y análogos también a
        unas cuantas necrópolis existentes en las
        hondonadas  que las  separaban,  tanto  de
        inhumación como de cremación.         Urna de impasto. (Museo de Villa Giulia, Roma.)


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