Page 7 - Vernant, Jean-Pierre - El universo, los dioses, los hombres. El relato de los mitos griegos
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excepción de la litada, la  Odisea y la  Teogonia de Hesíodo,
           aparecen  casi  siempre  dispersos,  de  manera  fragmentaria,
           a veces  meramente alusiva.  Hasta una época tardía,  a co­
           mienzos  de  nuestra  era,  no  reunieron  unos  eruditos  esas
           tradiciones múltiples,  más  o  menos  divergentes, para pre­
           sentarlas  unificadas  en  un  mismo  corpus,  alineadas  las
           unas con las otras igual que si estuvieran en los estantes de
           una Biblioteca,  por recuperar el  título  que Apolodoro  ad­
          judicó precisamente a su repertorio,  convertido en  uno de
           los grandes clásicos de la materia. Así se constituyó lo que
           se ha convenido en llamar la mitología griega.
               No  cabe  duda de  que mito,  y mitología,  son palabras
           griegas,  vinculadas,  por  tanto,  a la  historia  helena y a de­
           terminadas  características  de  esa  civilización.  ¿Cabe  con­
           cluir, pues,  que al margen de ella no son pertinentes y que
           el mito, y la mitología,  sólo existen en la forma y el senti­
           do  griegos? Todo lo  contrario.  Para que  las leyendas  helé­
           nicas  puedan  ser  entendidas  es  necesaria  su  comparación
           con los relatos tradicionales de otros pueblos, pertenecien­
           tes a culturas y a épocas muy diferentes,  trátese de China,
           la  India,  el  Próximo  Oriente  antiguo,  la  América  preco­
           lombina  o  África.  Si  la  comparación  se  ha  impuesto,  se
           debe a que esas tradiciones  narrativas,  por muy diferentes
           que  sean,  presentan  entre  sí  y  en  relación  al  caso  griego
           suficientes  puntos  comunes  para  emparentarías.  Claude
           Lévi-Strauss  pudo  afirmar,  por  ser  algo  evidente,  que  un
           mito, independientemente de su origen, se reconoce a pri­
           mera vista  como  tal  sin  que  haya  peligro  de  confundirlo
           con otras formas de relato. Es muy clara, en efecto,  la dis­
           tancia respecto al relato histórico, que en Grecia se consti­
           tuye, en cierto  modo,  contra el mito, en la medida en que
           se ha presentado como la relación exacta de acontecimien­
           tos  suficientemente próximos en el tiempo  para que  unos
           testimonios fiables pudiesen certificarlos.  En cuanto al  re­

                                                                  9
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