Page 77 - Vernant, Jean-Pierre - El universo, los dioses, los hombres. El relato de los mitos griegos
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pedazo  de  comida cortado  de  su propia  carne.  Todos  los
         días, el águila de Zeus devora por completo su hígado,  sin
         dejar  nada.  Durante  la noche,  el  hígado  se  recupera.  Día
         tras  día el águila  se  nutre de  la carne  de  Prometeo,  y  no­
         che  tras  noche  ésta  se  recompone  para  que  el  águila  en­
         cuentre cada mañana su pitanza intacta. Así seguirán hasta
         el  momento  en  que  Heracles  libere  a  Prometeo  con  el
         consentimiento  de Zeus.  Prometeo  recibe la inmortalidad
         a cambio  de  la muerte  del Centauro  Quirón.  Este,  héroe
         civilizador  que  ha enseñado  a Aquiles, y a tantos  otros,  a
         ser héroes perfectos,  ha sido herido y sufre;  pero su herida
         es  incurable,  y,  aunque  lo  desea,  no  puede  morir.  Se  ha
         producido,  por tanto,  un  intercambio.  Quirón  ha  recibi­
         do  la  muerte  y  su  inmortalidad  ha  pasado  a  Prometeo.
         Uno y otro han sido liberados.
             Prometeo  es  castigado  allí donde ha  pecado.  Ha  que­
         rido ofrecer a los  mortales  la carne, y especialmente el hí­
         gado,  que  representa  un  bocado  excepcional  en el animal
         sacrificado,  ya que ésta es la parte que los dioses prefieren
         de cualquier sacrificio.  Prometeo,  a  su  vez,  a través  de  su
         hígado,  se  convierte  en  el  alimento  predilecto  del  águila
         de  Zeus.  Este  águila  es  un  símbolo  del  rayo  divino,  es  el
         portafuegos de Zeus, el Fulmíneo. En cierto modo, el fue­
         go  robado por el Titán regresa sobre el hígado para llevar­
         se una parte del festín renovado constantemente.
             Existe, además, otro detalle que no carece de significa­
         do. Prometeo es un ser ambiguo, su lugar en el mundo di­
         vino  no está claro.  La historia de este hígado  que es devo­
         rado todos los días y se regenera durante la noche muestra
         que existen, por lo menos, tres tipos de tiempo y de vitali­
         dad.  Existe el  tiempo de  los dioses,  la eternidad en la que
         nada  ocurre,  todo  está ya  fijo,  nada  desaparece.  Existe  el
          tiempo  de  los hombres,  que es un  tiempo lineal,  pues co­
         rre siempre en el mismo sentido:  se nace,  se crece,  se llega

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