Page 73 - Vernant, Jean-Pierre - El universo, los dioses, los hombres. El relato de los mitos griegos
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ductoras, de su espíritu embustero,  de sus sonrisas y de su
         «grupa  emperifollada»,  como  escribe  Hesíodo,  la  mujer
         baila ante el joven soltero la danza de la seducción porque,
         en realidad, mira de reojo el granero. Y todos los hombres,
         como  hizo  en  primer  lugar  Epimeteo,  deslumbrados  y
          maravillados por esas apariencias, se dejan seducir.
             No sólo las mujeres  tienen  un ansia de alimentos que
          arruina la salud de sus maridos,  porque jamás  llevan sufi­
          ciente comida al hogar, sino que, además, tienen un apeti­
          to  sexual  especialmente  devorador.  Clitemnestra,  u  otras
          esposas bien conocidas por haber engañado a sus maridos,
          dicen  sin  ambages  que  han  sido  la  perra  que  cuida  de  la
          casa.  Está  claro  que  hay que  entender  ese  temperamento
          de perra en su sentido sexual.
              Las  mujeres,  incluso  las  mejores,  las  que  poseen  un
          carácter  mesurado,  tienen  una  característica  especial,  se­
          gún los griegos: al haber sido hechas con arcilla y agua, su
          temperamento  pertenece  al  universo  húmedo.  Mientras
          que  los hombres poseen un  temperamento  más  emparen­
          tado con lo seco, lo cálido, lo ígneo.
              En  determinadas  estaciones,  en  especial  en  la  que  se
          llama  la  canícula,  la  estación  del  perro,  es  decir,  cuando
          Sirio, el Perro, es visible en el cielo, muy cerca de la tierra,
          cuando el sol y la tierra están en conjunción, cuando hace
          un calor atroz,  los hombres se agotan de lo secos y débiles
          que están.  Las  mujeres,  por  el  contrario,  gracias  a su hu­
          medad,  se  esponjan.  Exigen de  su  esposo  unas atenciones
          maritales que los dejan exhaustos.
              Prometeo,  al  urdir  la  treta  que  consistía  en  robar  el
          fuego a Zeus, provoca una respuesta encarnada por la mu­
          jer,  sinónimo  de  fuego  rapaz,  que  Zeus  ha  creado  para
          trastornar a los hombres. En efecto,  la mujer,  la esposa,  es
          un fuego  que abrasa continuamente a su  marido,  día  tras
          día,  que  le  reseca y envejece  antes  de  tiempo.  Pandora  es


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