Page 70 - Vernant, Jean-Pierre - El universo, los dioses, los hombres. El relato de los mitos griegos
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traje y el velo,  es hechicera.  De ella se desprende la cháris,
          una gracia  infinita,  un  resplandor que sumerge y domina
          al  que  la  ve.  Su  cháris  es  infinita y  múltiple, pollé cháris.
          Hombres y dioses caen  rendidos a su encanto.  Pero  su in­
          terior esconde otra cosa. Su voz le permitirá convertirse en
          la compañera del hombre,  ser su doble humano.  Conver­
          sarán.  Pero no  se ha dado la palabra a la mujer para decir
          la  verdad y expresar sus  sentimientos,  sino  para mentir y
          ocultar sus emociones.
              Está  claro  que  de la descendencia  de  la Noche nacie­
          ron todos  los males,  la muerte,  las  matanzas y las Erinias,
          pero  también ciertos entes  que  cabría  traducir como  «pa­
          labras  falaces  o  seductoras»,  «unión  o  ternura  amorosa».
          Ahora  bien,  desde  su  nacimiento,  Afrodita  también  va
          acompañada  de  palabras  falaces  y atracción  amorosa.  Lo
          más  tenebroso  y lo  más  luminoso,  lo  que  resplandece  de
          felicidad y la más sombría lucha se juntan y toman la for­
          ma de  esos  embustes,  de  esa  seducción  amorosa.  Fijémo­
          nos,  por  ejemplo,  en  Pandora,  luminosa  a  la  manera  de
          Afrodita y semejante a una criatura de la Noche, hecha de
          mentiras y de coqueterías.  Zeus no crea esa parthénos para
          los  dioses,  sino  exclusivamente  para  los  mortales.  De  la
          misma  manera  que  se  había  librado  de  la  discordia  y  la
          violencia enviándoselas a los mortales, Zeus les destina esa
          figura femenina.
              Prometeo se siente vencido de nuevo.  Comprende in­
          mediatamente  la  desgracia  que  le  espera  al  pobre  género
          humano  al  que  intenta favorecer.  Como su  nombre  indi­
          ca,  Pro-meteo  es  el  que  comprende  de  antemano,  el  que
          prevé, mientras que su hermano,  que se llama Epi-meteo,
          es el  que comprende todo cuando ya ha ocurrido,  epí,  de­
          masiado tarde, aquel al que siempre se la dan con queso y
          está  permanentemente  decepcionado,  que  no  ha  previs­
          to nunca  nada.  Nosotros,  pobres y desdichados  mortales,

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