Page 66 - Vernant, Jean-Pierre - El universo, los dioses, los hombres. El relato de los mitos griegos
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encienden sus hogares y cuecen la carne. Zeus, recostado
en lo alto del cielo, contentísimo de su brillante idea de
ocultar el fuego, ve brillar de repente su resplandor en to
das las casas. Se enfurece. Vemos aquí que Prometeo utili
za el mismo procedimiento del que se había servido para
el reparto del sacrificio. Juega de nuevo con la oposición
entre lo interno y lo externo, con la diferencia entre la
apariencia exterior y la realidad interior.
Al mismo tiempo que el fuego, Zeus había ocultado a
los hombres el bios, la vida. Es decir, el alimento vital, los
cereales, el trigo, la cebada. Ya no da el fuego, y tampoco
da los cereales. En la época de Cronos, y en el mundo de
Mecone, el fuego estaba al alcance de los hombres en los
fresnos, los cereales crecían por sí solos y no era necesario
trabajar la tierra. No existían el trabajo ni la labranza. El
hombre no tenía que participar activamente en la recolec
ción de su sustento. No estaba sometido al esfuerzo, ni a
la fatiga, ni al agotamiento, para conseguir los alimentos
que necesitaba para vivir. Ahora, por elección de Zeus, lo
que era espontáneo se convierte en laborioso y difícil. El
trigo está oculto.
De la misma manera que Prometeo tuvo que disimu
lar una semilla de fuego en una planta para transportarla a
la morada de los hombres, ahora los pobres humanos ten
drán que ocultar la semilla de trigo y los granos de cebada
en el vientre de la tierra. Hay que labrar surcos en su piel
a fin de ocultar la semilla para que germine la espiga. En
suma, de repente se hace necesaria la agricultura. Habrá
que ganarse el pan con el sudor de la frente, transpirando
sobre los surcos y arrojando allí las semillas. Pero también
será preciso procurar conservar la semilla de un año para
otro y no comer todo lo que se ha producido. Harán falta
vasijas para almacenar en la casa del agricultor esas cose
chas que no se pueden consumir por completo. Será in-
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