Page 64 - Vernant, Jean-Pierre - El universo, los dioses, los hombres. El relato de los mitos griegos
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mientras que lo que reciben  los hombres, la carne,  sólo es
           el animal muerto.  Los hombres tienen  que alimentarse de
           cadáveres;  el  carácter  mortal  que  simboliza ese  reparto  es
           decisivo.  A partir de  ahora los  humanos  serán  los  morta­
           les,  los efímeros,  al contrario que los  dioses,  que serán los
           no  mortales.  Gracias  a esta  distribución  del  alimento,  los
           humanos  quedan  marcados  con  el  sello  de la mortalidad,
           mientras  que los dioses gozarán de la perennidad.  Es algo
           que ha visto muy bien Zeus.
               Si  Prometeo  se  hubiera  limitado  a  hacer  dos  partes,
           por  un  lado  los  huesos  y  por  otro  la  carne,  Zeus  habría
           podido  elegir  los  huesos  y  la  vida  del  animal.  Pero,  co­
           mo  todo  estaba  falseado  por  las  apariencias  engañosas,
           como la carne estaba oculta en la gastér,  en  la panza, y los
           huesos  estaban  disimulados  bajo el lardo  reluciente,  Zeus
           comprende  que  Prometeo  ha  querido  engañarlo.  Así  que
           decide  castigarlo.  De  hecho,  esta  sucesión  de  artimañas
           que  se  establece  entre  Zeus y el Titán,  con  la que  ambos
           intentan engañar al otro, viene a ser una especie de parti­
           da de ajedrez,  una serie de jugadas pensadas para derrotar
           al  adversario,  para  darle  jaque  mate.  Aunque  las  astucias
           del Titán  lo  pusieron  nervioso  en  más  de  una  ocasión,  al
           final Zeus ganó la partida.



           UN FUEGO MORTAL


               En  el  transcurso  del  segundo  acto  Prometeo  pagará
           por su fraude. Tras el  engaño de que ha sido objeto,  Zeus
           decide  negar  a  los  hombres  tanto  el  fuego  como  el  trigo.
           Al igual que en el juego del ajedrez,  cada movimiento res­
           ponde  a  otro:  Prometeo  había  ocultado  la  carne  en  algo
           repugnante y los huesos,  por el contrario,  en  algo  que  re­
           sultaba apetitoso. Zeus se dispone a vengarse. En el marco


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