Page 63 - Vernant, Jean-Pierre - El universo, los dioses, los hombres. El relato de los mitos griegos
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vivir sin alimentarse continuamente. Los hombres no son
autosuficientes, necesitan buscar recursos energéticos en el
mundo que los rodea, a falta de los cuales perecen. Lo que
define a los humanos es que comen el pan y la carne de
los sacrificios, y que beben el vino de la vid. Los dioses, en
cambio, no necesitan comer. No conocen el pan, ni el
vino, ni la carne de los animales sacrificados. Viven sin
alimentarse; sólo ingieren unos pseudoalimentos, el néctar
y la ambrosía, que confieren la inmortalidad. Así pues, la
vitalidad de los dioses tiene otra naturaleza que la de los
humanos. Esta es una subvitalidad, una subexistencia, una
subfuerza: una energía perecedera. Necesitan alimentarla
continuamente. Así que un ser humano ha realizado un
esfuerzo, se siente fatigado y hambriento. En otras pala
bras, en el reparto operado por Prometeo, la parte mejor
es la que, con la apariencia más apetitosa, oculta los hue
sos mondos y lirondos. En efecto, los huesos pelados re
presentan lo que el animal o el ser humano posee como
algo realmente precioso, algo inmortal, pues son inco
rruptibles y forman la arquitectura del cuerpo. La carne se
deshace y se corrompe, pero el esqueleto representa el ele
mento permanente. Lo que el animal tiene de incomible
es lo que no es mortal, lo inmutable, lo que, por consi
guiente, más se acerca a lo divino. A los ojos de los que
han imaginado estas historias, los huesos son mucho más
importantes porque contienen el tuétano, ese líquido que,
para los griegos, está relacionado con el cerebro y, tam
bién, con la simiente masculina. El tuétano representa la
vitalidad de un animal en su continuidad a lo largo de las
generaciones, ya que garantiza la fecundidad y la descen
dencia. Es la señal de que no se es un individuo aislado,
sino un eslabón de la cadena de la vida.
Lo que finalmente se ofrece a los dioses mediante la
mascarada ideada por Prometeo es la vitalidad de la bestia,
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