Page 91 - Vernant, Jean-Pierre - El universo, los dioses, los hombres. El relato de los mitos griegos
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¿Qué  puede  ofrecerle Atenea?  Le  dice:  «Si  me  eliges,
          alcanzarás la victoria en la guerra y una sabiduría que todo
          el  mundo  te  envidiará.»  Hera  le  hace  esta  oferta:  «Si  me
          eliges,  conseguirás  el  reino  y  serás  el  soberano  de  toda
          Asia, ya que, en tanto que esposa de Zeus, en  mi  lecho se
          encuentra inscrita la soberanía.» Afrodita,  por su parte,  le
          ofrece:  «Si  me  prefieres,  serás  el  máximo seductor,  conse­
          guirás las mujeres más hermosas del mundo y, en especial,
          a  la bella  Helena,  aquella cuya fama se ha expandido por
          doquier.  Cuando  Helena te vea,  no  se  te resistirá.  Serás el
          amante y el marido de la bella Helena.» Victoria guerrera,
          soberanía,  la bella Helena,  la belleza, el placer,  la felicidad
          con una mujer...  Paris  eligió a Helena,  Ya  tenemos  engra­
          nado  de  repente,  con  el  trasfondo  de  las  relaciones  entre
          los  dioses  y  los  hombres,  un  mecanismo  cuya  puesta  en
          marcha constituye el segundo acto de esta tragedia.




          HELENA:  ¿CULPABLE O  INOCENTE?

              El  tercer  acto  se  desarrolla  alrededor  de  Helena.
          ¿Quién  es  Helena? También  es  fruto  de  una  intrusión  de
          los  dioses  en  el  mundo  humano.  Su  madre,  Leda,  una
          mortal, es hija de Testio, rey de Calidón, Muy joven cono­
          ce  a  un  lacedemonio,  Tindáreo,  a  quien  los  azares  de  la
          vida  política  han  expulsado  de  su  patria  y  ha  dado  asilo
          Testio.  Al  regresar  a  Esparta  para  recuperar  el  reino  del
          que ha sido  despojado, Tindáreo,  enamorado  de  Leda,  la
          pide en matrimonio. Se celebran las bodas con gran pom­
          pa. Pero la extrema belleza de la joven no ha seducido úni­
          camente a su esposo.  Desde  las alturas  del  Olimpo,  Zeus
          la ha descubierto.  Sin tener en cuenta a Hera ni a ninguna
          de  sus  restantes  esposas  divinas,  sólo  tiene  una  idea  en la
          cabeza:  hacer  el  amor con  esa joven.  La noche  de bodas,


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