Page 87 - Vernant, Jean-Pierre - El universo, los dioses, los hombres. El relato de los mitos griegos
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soberano imparcial, ya ha determinado los poderes, las
posesiones y los privilegios que corresponden a cada una
de las tres diosas. Si Zeus da la preferencia a Hera, se le re
prochará su parcialidad en favor de su esposa; si elige a
Atenea, se le echará en cara el amor paternal, y si se pro
nuncia por Afrodita, se entenderá que arde de deseo por
ella. Nada en el orden de las precedencias divinas permite
ensalzar a una de ellas en detrimento de las otras. A Zeus
le resulta imposible juzgar. Tiene que encargarse de ello,
una vez más, un simple mortal. De nuevo los dioses tras
pasarán a los hombres la responsabilidad de la decisión
que ellos se niegan a tomar, de la misma manera que les
han reservado unas desdichas y unos destinos funestos que
no quieren para sí.
Segundo acto. En la cima del monte Ida. Es allí, en
Tróade, donde la juventud heroica se adiestra. Al igual
que el Pellón, es un monte alto y yermo, y se halla muy le
jos de las ciudades, los campos cultivados, los viñedos y
los vergeles; es un lugar de vida dura y rústica, de soledad
sin más compañía que los pastores y sus rebaños, de caza
de los animales salvajes. Los jóvenes, todavía asilvestrados,
tienen que realizar el aprendizaje de las virtudes del valor,
la dureza y el dominio de sí mismo que caracterizan al
héroe.
El personaje que ha sido elegido para juzgar cuál de
las tres diosas merece la manzana se llama Paris. Tiene un
segundo nombre, el de sus primeros años: Alejandro. Paris
es el más joven de los hijos de Príamo, rey de Troya.
Cuando Hermes, seguido por las tres diosas, baja a la
cima del monte Ida para pedirle a Paris que haga de árbi
tro y diga cuál de ellas es a sus ojos la más hermosa, el ele
gido custodia los rebaños del rey, su padre. Así pues, es
una especie de rey-pastor o de pastor real, jovencísimo, un
koüros, todavía en la flor de la adolescencia. Ha tenido
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