Page 122 - ¿Y si quedamos como amigos?
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CAPÍTULO DOCE
Desde que Macallan había vuelto, estaba eufórico. El verano no era tan bueno sin ella.
Sólo cuando se marchó a miles de kilómetros de distancia me di cuenta de la cantidad
de tiempo que pasábamos juntos durante los meses estivales. Y sí, tenía a mis amigos,
pero no hay comparación. No me sentía igual de bien. Nada era lo mismo sin ella.
Al principio, me dio coraje que se fuera, pero luego lo entendí. Seguramente
Macallan necesitaba poner distancia y replantearse las cosas.
Amaba a Macallan, ya lo creo que sí. Sin embargo, saltaba a la vista que ella no
sentía lo mismo que yo, y si para poder disfrutar de su compañía teníamos que quedar
como amigos, que así fuera.
Lo reconozco, estaba guapísima cuando cruzó la puerta de llegadas del aeropuerto.
Exhibía ese aire adormilado que tiene siempre cuando está supercansada o bajo mucha
presión. Guardó silencio durante el trayecto de regreso a casa y también durante la
cena, pero el mero hecho de tenerla cerca ya me hacía sentir mejor.
Reconozco que debería haberle hablado de Stacey mientras estaba en Irlanda, pero
es que nunca encontraba el momento. Y aunque Stacey es una chica genial, si empecé a
salir con ella fue porque me pareció conveniente tener pareja al regreso de Macallan.
Para evitar más situaciones tensas y cosas así. No quería que se sintiera incómoda o
que pensara que me había roto el corazón. Yo tenía que superar el desengaño si quería
retomar nuestra amistad.
Ojalá pudiera decir que muy pronto las cosas volvieron a ser como antes de que
empezaran los problemas, pero no. Macallan se puso muy rara, como si se sintiera
incómoda conmigo. Al principio, lo atribuí al desfase horario. A ver, un día, en la
cocina de su casa, estuvo a punto de cortarse un dedo cuando le pedí consejo sobre algo
relacionado con Stacey, y eso que Macallan siempre es muy cuidadosa cuando guisa.
No pensé más en ello. Sin embargo, al cabo de una semana de ver cómo se le caían las
cosas cada vez que me acercaba y cómo evitaba mirarme cuando le hablaba, comprendí
que mi confesión había provocado en la relación un daño difícil de reparar. Estaba
dispuesto a darle una tregua y lo que hiciera falta con tal de que volviera a sentirse
cómoda conmigo.
Dos semanas antes del inicio del curso, Macallan estaba haciendo cosas en la cocina
con mi mamá. Había pasado por la casa para platicar, pero en cuanto apareció mi mamá
cargada con la compra, Macallan corrió a ayudarla y desapareció de mi vista.
Yo tenía la sensación de que cada vez que intentaba pasar un rato con ella, Macallan
se buscaba algo que hacer. Algún otro compromiso.
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