Page 123 - ¿Y si quedamos como amigos?
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             Supongo que así se había sentido ella a finales de segundo de secundaria: ignorada.
             Si pudiera haber borrado del mapa mi declaración de amor, lo habría hecho. Si no le
          hubiera confesado la verdad, habría acabado por desquiciarme, pero hubiera preferido
          sacrificar mi cordura que nuestra relación.

             Macallan llevaba media hora sin hacerme ni caso cuando decidí entrar en la cocina.
             Ella estaba sentada a la mesa, sin ayudar, sin hacer nada, sólo platicando con mi
          mamá.
             —Hola, mi vida —me dijo mi mamá como si hubiera olvidado que estaba en casa—.

          Macallan me dio una receta para la barbacoa y la voy a probar esta noche. Tendrás que
          venir  a  cenar,  Macallan.  Apenas  nos  hemos  visto  desde  que  regresaste.  Además,
          necesito que me des tu opinión de experta.
             Macallan le sonrió.

             —Encantada.
             —Estupendo —mi mamá me miró—. A Stacey le gustan las salchichas, ¿no?
             —Sí —respondí.
             Macallan se palmeó la frente.

             —Ay, Dios, hoy es miércoles, ¿verdad? Pensaba que era jueves. Tengo planes para
          esta noche.
             —Oh, qué lástima —el pesar de mi mamá parecía genuino—. Levi, ¿qué tal te fue en
          la autoescuela?

             —Muy bien, ya casi tengo dominado el estacionamiento en paralelo. ¿Qué te parece
          si me presento al examen el día de mi cumpleaños?
             En pocas semanas cumpliría dieciséis años, y con un poco de suerte me regalarían un
          coche.

             —Claro —guardó silencio un momento—. Aunque al día siguiente jugarás el primer
          partido de la temporada y no quiero que vayas sobrecargado. La escuela es primero, ya
          lo sabes.
             —Pero tenía pensado llevarlos a todos a cenar a Milwaukee o algo parecido si me

          daban la licencia.
             —Ya… De todas formas, no me gusta que te satures de obligaciones. ¿Por qué no
          hacemos  algo  más  tranquilo?  Cumplir  dieciséis  es  un  gran  acontecimiento,  pero
          tampoco hay que exagerar. Puedes quedar con tus amigos después del partido.

             En aquel momento sonó el teléfono. Mi mamá respondió y abandonó la cocina.
             Aquello  no  era  propio  de  mi  mamá.  Se  diría  que  mi  cumpleaños  le  importaba  un
          bledo. Ella siempre se ponía frenética cuando se acercaba la fecha. Organizaba grandes
          fiestas, planeadas al milímetro. Es la ventaja de ser hijo único, supongo.

             Volteé hacia Macallan.
             —¿No crees que está un poco rara?


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