Page 124 - ¿Y si quedamos como amigos?
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             Me miró extrañada.
             —¿Qué?
             —Mi mamá. Ahora mismo. Cuando le hablé de mi cumpleaños, se comportó de un
          modo extraño, ¿no crees?

             —¿Eh?
             Macallan me observaba como si le estuviera hablando en un idioma extranjero.
             —¿No  te  acuerdas  de  que  siempre  se  vuelve  medio  loca  cuando  se  acerca  mi
          cumpleaños? Le da muchísima importancia.

             Macallan agrandó los ojos.
             —Tienes razón. ¡Qué bruja!
             Puede que yo estuviera exagerando.
             —¿Crees que me ha preparado algo?

             —Que yo sepa, no. De verdad.
             La escudriñé unos instantes y supe que era sincera.
             —A lo mejor piensa que ya somos mayores y que no hace falta organizar una gran
          fiesta con payasos y globos en forma de animales —arguyó.

             —Pero  yo  quería  un  globo  de  caballito  —fingí  que  iba  a  llorar—.  Seguramente
          tienes  razón.  Pero  es  que  siempre  me  toca  tranquilizarla  cuando  se  acerca  mi
          cumpleaños y esta vez se diría que le tiene sin cuidado.
             Macallan le quitó importancia al asunto.

             —Uf. Te pones muy dramático. Tu madre es la mamá más cariñosa del mundo, así
          que tranquilízate. Me parece que tanto entrenar al sol te está afectando.
             Estaba acostumbrado a tomar el sol, pero tener que entrenar vestido con el equipo de
          futbol se me hacía muy difícil.

             —Sí, supongo que tienes razón. Bueno, da igual. ¿Qué vas a hacer esta noche?
             —¿Eh?
             —Esta  noche  —repetí.  Macallan  me  miró  fijamente—.  Tienes  planes,  por  eso  no
          puedes venir a cenar.

             Le  di  un  codazo  cariñoso  en  las  costillas,  pero  ella  dio  un  brinco.  No  estaba
          habituado a que actuara como si apenas me conociera. Seguro que pasaba algo.
             Se hizo la luz en sus ojos.
             —Sí, claro. Es que… tengo un asunto de familia con el tío Adam.

             —¿Va todo bien?
             —Eh, sí, no es nada. Le prometí acompañarlo al cine esta noche.
             Ni siquiera me miraba a los ojos.
             —Ah, vaya. ¿Y qué película van a ver?

             —¿Qué película? Pues… no sé, se me olvidó.
             No hacía falta ser un genio para advertir que  Macallan me estaba ocultando algo.


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