Page 148 - ¿Y si quedamos como amigos?
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             Era verdad. Aunque Stacey me gustaba, estaba con ella sobre todo porque me hacía
          ilusión  salir  con  una  animadora.  Era  lo  que  hacían  casi  todos  los  deportistas  de  la
          secundaria.  Lo  que  hacía  Keith.  Además,  pensaba  que  tener  novia  me  ayudaría  a
          mantener a raya mis sentimientos por Macallan. Y eso no era justo para Stacey. Ni para

          mí.
             —Qué lástima —replicó Macallan.
             Su rostro no reflejó emoción alguna. Yo no sabía si de verdad lo lamentaba o lo
          había  dicho  con  sorna.  Normalmente  identificaba  al  momento  sus  sarcasmos,  casi

          siempre a mi costa.
             Una  sonrisa  bailó  en  mis  labios  mientras  recordaba  algunos  de  nuestros  duelos
          verbales más sonados. Los chicos nos creemos muy cínicos, pero Macallan nos gana a
          todos en ingenio y reflejos.

             Me miró extrañada.
             —¿Sonríes porque tu relación se acabó?
             —No, no —no quería darle aún más motivos para consolidar la pobre opinión que
          tenía de mí—. Es que me estaba acordando de aquella vez que fuimos a un partido de

          los Brewers…
             —Y se te cayó la salchicha al piso —terminó.
             —Sí, y a ti no se te olvidará nunca porque…
             —¡Te la comiste igualmente!

             —Sí —dije en un tono más alto de la cuenta, sobre todo porque me emocionaba que
          se acordara de los momentos divertidos que habíamos compartido—. Pero…
             —No hay “peros” que valgan. Fue asqueroso.
             —Sólo estuvo…

             —Cinco segundos en el piso.
             Adoptó un tono grave para repetir la excusa que yo había dado una y otra vez aquel
          día. Siempre ponía aquella voz cuando me imitaba. Por lo general me daba coraje que
          lo hiciera, pero ahora me sonaba a música celestial.

             —Recuerda que aún no le había añadido nada.
             —Por desgracia, porque si lo hubieras hecho podrías haber retirado la cátsup, como
          mínimo.
             —Sí, pero me habrías molestado de todas formas.

             —Porque  fue  asqueroso  —lo  dijo  muy  despacio,  como  si  hablara  con  un  niño
          pequeño.
             Me eché a reír. Durante todo aquel partido, cada vez que pasaba algo —como que
          los Brewers fallaban o el otro equipo marcaba—, Macallan se inclinaba hacia delante y

          decía: “Eh, puede que vayan perdiendo, pero al menos no se comieron una salchicha
          mugrosa”. O: “Zas, eso se les habrá atragantado, aunque no tanto como una salchicha


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