Page 150 - ¿Y si quedamos como amigos?
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—¿Qué problema tienes, California? —Keith se levantó y caminó hacia mí—.
Últimamente estás rarísimo.
Yo no estaba “rarísimo”. Sólo había dejado de reírle a Keith las bromas que no
tenían gracia.
Keith prosiguió:
—Me parece que, ahora que saboreaste la buena vida, te hace falta más. Pero no te
preocupes, el año pasará volando y muy pronto volveremos al campo. Este curso será
alucinante. Te pondrán de titular, seguro, y seremos los mejores. Ya lo creo que sí.
Me encogí de hombros. Sonaba bien, pero no sabía qué precio tendría que pagar. Por
primera vez, no estaba seguro de que valiera la pena.
—Te digo —Keith me tiró una botella de agua—. El atletismo te va a dejar frío.
Pasarás de jugar delante de cientos de personas que gritan tu nombre a… ¿qué? ¿Cinco
personas como máximo en las gradas?
Sí, pero las personas que más me importaban no se perdían una competición.
En aquel momento me di cuenta de que quizá Macallan no se dejara ver este año por
las pistas. En el fondo, lo entendía, pero me había acostumbrado a que estuviera allí,
animándome.
Siempre podía contar con ella cuando la necesitaba. Ojalá pudiera decir lo mismo de
mí mismo.
—Me parece que ya sé de qué va todo esto —Keith se sentó y me ordenó por gestos
que me acomodara en el banco de enfrente. Yo obedecí porque siempre lo había hecho
—. Mira, siento lo que pasó con tu chica.
—Macallan —le corregí.
—Macallan —suspiró al decir el nombre—. Me disculpé con ella, aunque estoy
seguro de que no me tomó en serio. Prácticamente le supliqué a Boockmeier que no la
expulsara. Me pasé con ella, ya lo sé. No sé qué tiene esa chica, pero me saca de mis
casillas. Es como si le diera igual lo que piensen de ella.
“No”, respondí mentalmente. “Sólo le da igual lo que tú pienses de ella.”
—Bah —Keith se quedó pensativo un momento y luego se palmeó las rodillas—.
Chicas, ya sabes.
No, yo no sabía. Era obvio que no tenía ni idea.
Sin embargo, no dije nada. Me quedé allí en silencio hasta que bajamos al gimnasio y
empezamos a correr suicidios.
Tim y yo nos colocamos en la línea de base, bajo la cesta. Keith sacó el cronómetro
y marcó la salida. Corrí a la línea de tiro libre, luego de vuelta a la base, después al
centro del campo, otra vez a la línea de base, a la línea de tiro libre del otro extremo y
de vuelta a la base. Estaba deseando recorrer la pista entera. Era lo que se me daba
mejor. Sólo le llevaba unas zancadas de ventaja a Tim, pero le sacaría más cuando
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