Page 232 - Debate anti-utopico
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                     Las fuerzas de izquierda indianista y antiglobalización contemporá-
                  neas criticaron tanto las políticas de privatización, y tanto atacaron a las
                  viejas élites neoliberales de asaltar al país, que cuando los dirigentes indí-
                  genas llegaron a pisar una porción del poder estatal para obtener buenos
                  billetes, terminaron por violar de una manera inigualable cualquier otro
                  pacto de transformación para beneficiar a los pueblos indígenas. Se dice
                  que la ignorancia estúpida llegó a tal extremo, que la ex ministra Acha-
                  collo habría expresado una célebre frase: “por qué nos tienen que observar
                  si teníamos derecho a comer ese dinero que era nuestro”.
                     En caso de ser verdad esta odiosa declaración, entonces estamos
                  frente a gente de poca valía, simples pillos que cuando vieron la ocasión,
                  juzgaron correcto echar mano de fondos públicos a los cuales los consi-
                  deraron un nuevo tipo de propiedad privada: aprovechar la circunstancia,
                  comerse la plata y mandar al diablo el profesionalismo, o la conciencia
                  bien lograda para plantar en el espíritu la semilla sólida de la confianza,
                  pensado en los demás, en aquellos que esperan tener una representa-
                  ción que piense en los otros y deje de lado toda ambición egoísta. Lo
                  mismo sucedió con otro escándalo que involucra al mismo Evo Morales
                  y su ex pareja, Gabriela Zapata, quien fue nombrada gerente comercial
                  de la empresa china CAMC, a quien se favoreció con la firma de con-
                  tratos estatales por más de 500 millones de dólares. Aquí, el tráfico de
                  influencias y los palos blancos para cobrar mucho dinero a espaldas de la
                  transparencia democrática y por encima de los principios de una izquierda
                  responsable muestran, definitivamente, que la izquierda indianista no es
                  para nada confiable.
                     El daño ya está hecho, pero también la verdad va apareciendo. El
                  discurso efusivo y exuberante para cambiar de nombre al Estado y plan-
                  tear la nueva época plurinacional, no es más que una tremenda decepción
                  donde la bazofia no podía apestar peor. Entonces, lo que corresponde es
                  sacudirse la hez y sacarse el polvo de los zapatos porque nada positivo
                  puede esperarse de ciertos dirigentes. Los casos del Fondo Indígena y
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