Page 128 - El libro de San Cipriano : libro completo de verdadera magia, o sea, tesoro del hechicero
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nos, mis pies, mi espíritu y mi ser. ¡Oh, gran Adonay! dignaos sCT"
      me favorable. Así sea. Amén.
          En todo el cuarto de luna no habréis de acicalaros, ni compo-
      neros, ni tener pensamientos más que para la obra que estáis rea-
     lizando, poniendo toda vuestra esperanza en la infinita bondad ád
     gran Adonay.
          Es preciso observar que vuestros ejercicios habéis de hacer-
     los sin la asistencia de nadie; no siendo que os acompañéis de per-
     sona que tenga pacto hecho con algún espíritu.
          Los ejercicios se han de practicar en habitación preparada ai
     efecto, y sin que distraigáis la mente del trabajo que vais a realizai-.
          Buscaréis un cabrito virgen, lo adornaréis, el tercer cuarto de
     luna, con una guirnalda de verbena que ataréis a su cuello, la que
     vendrá a parar desde la frente, llevándolo al lugar marcado para
     interpelar al espíritu, pronunciar si con todo fervor y recogimien-
     to las siguientes palabras:
          "Yo os ofrezco esta víctima, ¡oh gran Adonay! ¡oh Eloiral
     joh Ariel! ¡Oh Jehovam! como ofrenda a vosotros, superiores a
     todos los espíritus. Dignaos aceptarla con agrado. Amén."
         En seguida degollaréis el cabrito haciendo que su sangre cai-
     ga sobre un barreño nuevo, recitando a la vez estas palabras:
         "Esto lo hago en honor, gloria  y poderío de vuestros divinos
     nombres ¡oh grandes Adonay, Eloim, Ariel  y Jehovam! Dignao»
     recibir con agrado esta mi ofrenda.
         Luego se quitará la piel que ha de utilizarse al hacer la invo-
     cación y  presentar el pacto.
         Sin perder momento deberán mezclarse en la sangre algunoi
     polvos de sáuco, malvarrosa, lirio de Florencia y azogue, con ob-
     jeto de dotarla de propiedades mágicas, añadiendo unas gotas de
     vuestra sangre, que se sacará del dedo corazón de la mano izquier-
     da, pinchando ligeramente con un alfiler nuevo, diciendo al mis-
     mo tiempo. Sea transformada la sangre de la víctima en la má«
     propia, para que, por su virtud, sea atendido  el pacto que coa
     ella voy a escribir.
         Hecho esto se trazarán con el cuchillo que ha servido para d
     sacrificio, sobre la superficie de la sangre, varios rayos formand»
     una estrella y se dirá al hacerlo:
         "Los dones planetarios se ponen sobre esta sangre que con-
    tiene metal, aromas y espíritus, para colmarla de virtudes atracti-
    vas, a fin de que los Espíritus superiores se dignen aceptar el pao
    to que con ella  y por ella voy a formular en este momento."
         En seguida se mojará en  la misma pluma de Auca, y se es*-
    cribirán sobre un trozo de pergamino nuevo las palabras siguiea-
    tes.
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