Page 129 - El libro de San Cipriano : libro completo de verdadera magia, o sea, tesoro del hechicero
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PACTO DE SANGRE


          "A vosotros, espíritus de Luz, Adonay, Eloim, Ariel y Jeho-
     vam. requiero y  pido humildemente os sirváis concederme vuestros
      favores, dones, gracias y amistad, haciendo que en cuantas em-
      presas ponga mano, se vea realizado mi deso, en virtud de vues^
      tra benevolencia, bendición y ayuda.
          "Pido también que todos mis actos sean inspirados por vues-
      tra suprema sabiduría, y que, al morir, sea mi espíritu recogido
      por celestiales mensajeros, y llevado a  la presencia del Eterno
      Creador, Yo os ofrezco,  si  así  lo hacéis, seguir humildemente
      vuestras buenas inspiraciones, procurar, por todos los medios,  lle-
      gar a  la suprema perfección, adquirir la mayor suma posible de
      sabiduría dentro de las facultades concedidas a la humana natu-
      raleza, poniendo toda mi alma, corazón, vida, sentido y voluntad
      para poder llegar a identificarme con la divinidad, en prueba de
      lo cual firmo y certifico.
                                                  FULANO."

          Al finalizar el cuarto de luna llena y en horas de 10 a 12 de
      la noche, se hará la invocación a los gnomos y luego a los espírtius
      celestes superiores, según se expresa en al sección correspondiente
      a las invocaciones, pero los preparativos se seguirán en la forma
      ^ue se indica en el capítulo siguiente.
                            CAPITULO     II


         Contiene la verdadera composición de  la varita mágica,
                    llamada también férula fulminante

          El día anterior de comenzar la grande empresa, iréis a buscar
      mna varita o férula de avellano silvestre, a la que ningún ser hu-
      mano haya tocado nunca. La longitud de la varita ha de ser exac-
      tamente de 19 pulgadas y media, y su forma, igual a la de la va-
      rita misteriosa; cuando tropecéis con ella, no haréis otra cosa que
      apreciarla con  la vista, debiendo  ir a cortarla percisamente  al
      amanecer del día en que hayáis de comenzar la gran empresa.
          Deberá cortarse la varita con la misma hoja que haya servido
      para sacrificar al cabrito virgen,  la despojaréis de todo brote o
      pequeña rama que la esté impurificando. La operación de cortar  y
      limpiar la rama que haréis al levantarse el sol sobre el horizonte,
      la acompañaréis de las siguientes palabras:
          "Yo os ruego ¡oh gran Adonay, Eloim, Ariel  y Jehoram, que
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