Page 132 - El libro de San Cipriano : libro completo de verdadera magia, o sea, tesoro del hechicero
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que damos a continuación.
             Vivía Cipriano en una casa situada en el centro de un bosque
         próximo a la ciudad.
             Una noche, y en ocasión de hallarse meditando sobre las obras
         maravillosas de la creación, fue interrumpido por el ruido que pro-
         ducían, con los aceros dos hombres que se hallaban al pie del bos-
         que, luchando con gran furia.
             Llevado de sus buenos sentimientos salió con objeto de ver
         si podía, por su mediación, evitar derramamiento de sangre, y lle-
         gando a los que combatían, les pidió antecedentes de la causa que
         había motivado el lance.
             Cesaron éstos en su lucha ante la presencia de Cipriano; le
         manifestaron que la causa era hallarse los dos enamorados de una
         misma mujer, y que siendo íntimos amigos, habían determinado
         llegar a tal extremo, con objeto de que, muriendo el uno, quedara
         el otro libre para aspirar el cariño de la que adoraban.
             Los dos eran jóvenes y de distinguidas familias. El uno se
         llamaba Flavio y el otro Lelio, siendo el primero hijo del Gober-
        nador, y el segundo de la famiha más principal de la ciudad.
             Preguntóles Cipriano  si la mujer a quien amaban mostraba
         preferencia por alguno, a  lo que contestaron que, desgraciada-
         mente, a todas sus solicitudes contestaba con evasivas, sin darles
        las más mínimas esperanzas.
             —'Siendo así — les dijo—, creo lo más acertado suspender
        esta lucha. Decidme quién es; yo iré a verla,  le hablaré por los
        dos, y ella decidirá quién ha de ser preferido, debiendo confor-
        marse el que quede desairado y ceder el campo a su venturoso
         rival. No hay tampoco razón -—añadió— para que sea violentada
        en sus sentimientos e inclinaciones.
             Habiéndose convenido en aceptar la mediación de Cipriano,
        por hallarse muy ajustada a la razón, le manifestaron que la mu-
        jer deseada por ellos, se llamaba Celia, que era de modesta posi-
         ción y residía en las afueras de la ciudad.
             Cipriano, cumpliendo su promesa,  se presentó  al siguiente
        día en casa de Celia, quedando tan admirado de su belleza que le
        costó gran trabajo poderla expresar el objeto de su visita. Se ha
         de advertir que fue Lucifer  el que influyó sobre Cipirano para
        que se enamorara perdidamente de Celia, con objeto de lograr,
         por este medio dominarle completamente.
             Sin embargo de la impresión que la vista de la joven le cau-
         sara, procuró Cipriano llenar su cometido, y al efecto,  le explicó
         lo ocurrido la noche anterior ocultando en lo posible la gran pa-
        sión que se había apoderado de su alma.
             La negativa que ella dio, de no acceder a las pretensiones de
         ninguno, cosa que ya en otras ocasiones había manifestado a ellos,
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