Page 22 - El libro de San Cipriano : libro completo de verdadera magia, o sea, tesoro del hechicero
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                                CAPITULO IV

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                                Ceremonial mágico
              Esta parte es muy conveniente que se haga con mucha exac-
          titud, pues conviene que el iniciado pase por las fases, que son:
          "Deseo", "perseverancia" y "dominio". La primera pertenece a la
          "iniciación" o sea "deseo" de aprender. La segunda al "iniciado"
          que necesita la "perseverancia" para llegar al fin, y la tercera al
          "maestro", que es el verdadero mago, puesto que ha logrado el
          "dominio absoluto del arte". No debe olvidarse que para lograr el
          objeto deseado se necesita proceder con absoluta vocación y bue-
          na fe, pues si las prácticas se hacen con un fin bastardo, los resul-
          tados serán nulos y acaso contrarios al fin que se busca..
            CEREMONIA QUE DEBERÁ USAR EL QUE HAYA
                      DE PRINCIPIAR LA INICIACIÓN

              Una vez que hayas preparado todos los "instrumentos del ar-
          te", los vestidos y demás enseres, será necesario que preparen un
          local a propósito para los experimentos que hayan de ejecutar.
          No olvides que ese local deberá estar reservado para todos abso-
          lutamente  y que en él no debe entrar ninguna persona que no haya
          efectuado antes pacto con alguno de los espíritus. Deberán procu-
          rar que haya dos ventanas, una al Oriente y otra al Poniente,  y
          que esté en la parte más elevada de la casa; cubrirás todas las pa-
          redes con una tela negra, teniendo mucho cuidado que no se halle
          en  ella, ni en sitio próximo ningún símbolo o figura rehgiosa, ni
          nada que forma cruz.  ( 1
              Para comprender la importancia de estas observaciones voy
          a referir un hecho ocurrido al célebre mago Atothas  y que fue la
          causa de su muerte.
              Tenía una habitación perfectamente preparada, con sus dos
          correspondientes ventanas, las cuales estaban bien colocadas y ce-
          rradas, no abriéndose más que las noches que hacía sus conjuros.
              Sucedió que en una riña ocurrida en la ciudad de su residen-
          cia, hubo una muerte, y el matador para evitar ser conocido lanzó el
          puñal con toda su fuerza y fue a clavarse en una de las ventanas de
          la habitación que el mencionado Atothas tenía para sus prácticas.
              Pocos días después de este suceso tuvo precisión de hacer al-
              (1)  La cruz es un amuleto que inutiliza en absoluto la operación
          mágica mejor preparada.
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