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El análisis de la forma
«Todo es forma y la vida misma es una forma», escribe Balzac en uno de sus
tratados. La vida actúa esencialmente como creadora ele formas. Asimismo, en el
arte, las relaciones formales en el seno ele la obra constituyen un orden y una
metáfora del universo.
Sería conveniente estudiar con una nueva óptica el fenómeno de la organización
de las formas, la mecc1nica interna de la obra, y analizar las relaciones efectivas que
existen entre formas, líneas y espacios, lejos de los impulsos y de las interpretaciones
líricas o del enfoque ele los críticos de la historia del arte. Es decir, llevar a cabo una
introspección que en realidad solo puede ser la del creador mismo, suponiendo que
éste domine y disponga de herramientas de análisis. Las cuestiones planteadas por
el análisis de la obra plástica se presentan bajo el aspecto de realidades sutiles, casi
impalpables. El conjunto de las formas que componen una obra pertenece a un
sistema de relaciones complejas y aparentemente contradictorias cuando consi<.leramos
el contenido de una creación pictórica, que es a la vez materia y espíritu, forma y
Ejemplo rompnrativo l'ntrc IHs Jos manch<lS dr cultura. Para proceder a su estudio sería necesario aislar las formas y las líneas con
arriba p<uticularmente folas y sin expresión, y
el fin ele poder aprehenderlas en este espacio, definido como materia y movimiento.
la mancha cle la derecha, que transmite vigo1
y :.ens1b11idad. Además, debemos comprender la forma como una construcción del espacio y la
materia, ya se manifieste por el equilibrio de las masas o por el contraste de las
manchas. En otras palabras, la obra de arte solo existe a través de la forma.
Para nacer, la forma debe separarse del pensamiento y apoderarse de la materia.
La obra de arte no es solo construcción de la mente o geometría, sino que es una
unidad, indisociable de la luz, del color y de la materia. Por otro lado, debemos saber
distinguir entre forma y signo y entre forma e imagen. A menudo sentimos la
tentación de conferir a la forma un sentido diferente a ella misma y de confundir la
noción de forma con la noción de imagen, que supone la representación de un
objeto. Tenemos la tentación, sobre todo, de hacer la amalgama entre forma y signo.
El signo significa, mientras que la forma se significa a sí misma: ésta es percibida
por su contorno, su dirección y su masa; apela a nuestras emociones y a nuestro
imaginario, y no se lee a través de un lenguaje semántico o gramatical. En ciertos
Composición ab:.tracta que arumula elemental>
flácidol>, ca:.i amorfos, y tr<llOl> muertos sin
expresión ni vida interna.
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