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bellos caracteres. La Bauhaus, por el contrario, encontró un eco muy favorable en
cierta tipografía suiza, limpia y rígida, donde las teorías sistemáticas fueron acogidas
como una bendición. Esta tendencia tipográfica, que tuvo su momento de gloria,
eíerció su influencia a partir de los años cincuenta también en Francia, país que por
aquel entonces sufría un retraso en el campo del grafismo. Los artistas gráficos
suizos impusieron su voluntad sin encontrar ninguna resistencia notable.
Los proyectos más grandes a escala nacional les fueron confiados: sel''lalización
en los edificios públicos, imagen de marca de las grandes empresas, creación de
alfabetos, etc. Aunque es cierto que esto~ grafistas poseían una buena formación.
resultaron ser de un dogmatismo exacerbado. Creyéndose en posesión de la verdad,
instituyeron un sistema cerrado, una especie de capilla impermeable a toda
contribución exterior. El resultado fue una tipografía anquilosada, que peca de un
exceso ele rigor y de una flagrante falta de imaginación. Probablemente el principal
error de estos virtuosos de la cuadrícula fue confundir neutralidad con discreción.
La buena tipografía debe ser, efectivamente, discreta, pero nunca neutra, ya que de
lo contrario, corre el riesgo de perder sus elementos esenciales: el ritmo y el
estremecimiento de la vida, Una tipografía de estas características ¡.¡arecerá corno
un hada encantada, de una belleza sin anugas y la frialdad de un témpano de hielo.
De perfecta mecánica, sin sorpresa verdadera ni poesía, adolece, con toda evidencia,
de la rutina y la monotonía, enfermedades harto inquietantes. Waller Kaech y Jan
Tschichold, dos eminentes profesionales suizos, profesaron sin embargo unas
ensel'tanzas radicalmente opuestas a las que acabcunos de evocar. Tschichold supo
resistirse a este corsé y fue capaz de detectar el engaño ya en 1933, cuando hizo
balance de los años que pasó influido por la Bauhaus. A partir de ahí, se encaminó
hacia una tipografía más matizada y sensible, teniendo cuidado de no limitarse a los
caracteres sin remates. Armado ele su gran experiencia, publicó una serie de obras
notables que desempeñaron un papel importante en la formación de numerosos
Els Baekelandl, 1991. Ritmo Cilllgráficu
puramente abstracto. Automatic pen y acuarela
sobre papel. Formato: 24 x 32 cm.
Es obvio que una filosofía tnn radical solo
podía conducir a aberraciones. La Bauhaus
influyó en gran medida sobre todos los
ámbitos de la creación y contribuyó de una
manera nada desdef1able al declive artístico
moderno. Remodcló en parte nuestro entorno
y ocasionó cierto •estrés• en la ciudad.
No olvidemos que los arquitectos de la
Bauhaus y sus emuladores. inCJujdo Le
Corbusier, fueron los defensores de la línea
recta y del hormigón.
Aunque bastante desconocida en Francia, la
Bauhaus ejerció una inlluencia más fuerte e
insidiosa ele lo que habitualmente se piensa.
Su arquitectura, que se suponía tan moderna,
ha envejecido prematuramente. Por el
contrario, las fomtas del antiguo Egipto, o ele lél
época de los H11n, nos parecen singularmente
actuales. ¿Cómo explicar tal prodigio·? Aquellos
artistas crearon formas con un esfuerzo
constante ele plenitud y de sensibilidad,
inspirándose en la grandiosa armonía ele la
natmaleza. Los creadores de la Bauhaus, sin
embargo, en nombre del funcionalismo, nos
propusieron una arquitectura que rara vez ha
sido tan poco funcional.
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