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ALEJANDRO MAGNO,-104

se present6 a Alejandro. La fama del mace-
donio había llegiado hasta él ; conocía la victo-
ria de Isso y temía 0. aquel poderoso ~erre- .
ro a quien la Fenicia se había rendido como
un solo hombre. Anticipóse, pues, el monar ..
ca a los deseos de Alejandro, ofreciéndole
ciento veinte galeras, q1.1e, unidas a ochenta
naves fenicias constituyeron una armada res ..
petable con que ha~r frente a la de los tirios.
Al aceptar éstos una batal1a naval no po-
dían ni remotamente itµaginar que Alejan-
dro hubiese reforzado su flota, escasa y en-

deble, con tan poderosa ayuda. Al ver, pues1
la 1avalancha que encima se les venía, se ne-
garon a combatir, limitándose a cerrar las
.bocas de sus dos puertos con multitud de tri-
rremes. Mas con esto dejaron libre a Alejan-
dro de continuar la obra del terraplén que
avanzaba, avanza:ba lcle prisa al empuje de los
macedoni~ y de los fenicios que en Jas naves
habían llegado y que les ayudaban.
Los sitiados temían, sobre todas las cosas,
a que el terraplén llegase hasta sus puertas.
Po~ ello, impacientes, un día, en que juzgaban
que sus sitiadores estaJban descuidados, o har-
to ocupados en sus trabajos, hic{eron una sa-