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ALlliJANDRO 11,\GNO.-t00·

aq11ella dilaci6n entorpecería y retrasaría las
sucesivas cónquistas que tenía en proyecto.
Envi6, pues, emisarios a Tiro para proponer
un acuerdo. Mas los tirios, faltando a, toda ley
de hu~anidad y a todo derecho de gentes,
mataron a los emisarios y 1os arrojaron al mar
desde las murallas.
· No hay qué decir lo que esta acci6n infame·
indign6 a los macedonios. Alejandro jur6
. que, a11nque fuese aquella su última conquis-
ta no había de dejar en Tiro piedra sobre
piedra. Decidi6 entonces construir un terra-
plén que uniese la ciudad al continente en-
trando así en ella por tierra firme.
Mas los soldados, mirando la profundidad
del mar y su furia, se desanimaban y mur:-
muraban de·aquel proyecto del rey, que juz-
gaban descabellado.
-¿ Qué piedras, po~ grandes · que sean-
decían-., ni qué árboles, aunque fueran gi-
gantescos, podrían rellenar el mar en este
sitio? Además, de que cuanto más se estreche
aquí el paso de las aguas, tanto más terribles
serán las borrascas.
Mas Alejandro, por haber convivido estre~
chamente con ellos,. conocía bien a· sus solda-