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ALEJANDRO MAGNO.-18
en la que logró tantos progresos, que se tuvo
por cierto en su tiempo que, si venció a los
persas, lo debió, más que a sus armas y a
sus riquezas, a su generosidad, a su pru-
dencia, templanza y justicia.· Y él, Alejan-
dro, correspondía con tanto entusiasmo a
las enseñanzas de Aristóteles, que solía de-
cir cómo debía no menos obligación a Aris-
tóteles que a Filipo; porque si al uno de-·
bía el beneficio de vivir, reconocía al otro el
de vivir bien.
Estimaba también Alejandro, sobre todas
las cosas de la antigüedad, a Homero y sus
obras. Así, habiendo mandado guardar un
cofrecillo que trajo entre los despojos· de Da-
masco, y habiéndole preguntado sus cortesa-
nos a qué lo destinaba, respondió:
-Lo dedico a guardar las obras de Home-
ro, que son las más preciosas que el ingenio
humano puede hacer.
Por eso, a la edición del famoso poeta que
él, con gran cuidado hizo perfeccionar, se
llama «la de N arthesio, del cofrecillo de olo-
res y perfumes».
Y otro día, como uno de sus vasallos se
llegase a él para darle una noticia, demostran-