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29.-LOS GRANDES HOMBRES

-Y dice la Historia que lo halló en Pausa-
nias, soldado de la escolta de Filipo, que
guardaba a este rey antiguos resentimientos.
Los descontentos que hay en todo reino y en
todos los tiempos, y que, por tanto, no falta-
ban en el de Filipo, se unieron a Pausanias,
que realizó su intento del modo siguiente :
Era el último día de unos espléndidos jue-
gos que se celebraban en lá corte de Filipo.
E.sperábase que su magnificencia fuese, se-
gún se había prometido, superior a la, de los
días precedentes, por lo que concurrió gran
muchedumbre al teatro para verlos. Entre
las muchas alhajas que adornaban el recinto
en que se efectuaban los juegos, se ofrecían a
la vista del público doce estatuas de los dio-
ses, todas de oro, a las que se añadía, forma-
da del mismo metal, la del rey Filipo. Este
alarde de orgullo hizo murmurar a las gentes,
pues no parecía bien, por muy poderoso que
fuera un mortal, que se quisiera comparar a
los inmortales.
Mas no se gozó largo tiempo Filipo en
aqueUa su gloria. Al entrar en el teatro, ha-·
hiendo hecho pasar delante a cuantos le acom-
pañaban y dejando detrás de sí a su guardia,