Page 157 - El Retorno del Rey
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estuvo viendo todo el tiempo, como es natural. De todos modos, aquí tengo un
poco de la mía. ¡Mano a la obra! Es Hoja del Valle. Llena la pipa mientras yo
voy en busca de algo para comer. Y luego a tomar la vida con calma por un rato.
¡Qué le vamos a hacer! Nosotros, los Tuk y los Brandigamo no podemos vivir
mucho tiempo en las alturas.
—Es cierto —dijo Merry—. Yo no lo consigo. No por el momento, en todo
caso. Pero al menos, Pippin, ahora podemos verlas, y honrarlas. Lo mejor es
amar ante todo aquello que nos corresponde amar, supongo; hay que empezar
por algo, y echar raíces, y el suelo de la Comarca es profundo. Sin embargo, hay
cosas más profundas y más altas. Y si no fuera por ellas, y aunque no las
conozca, ningún compadre podría cultivar la huerta en lo que él llama paz. A mí
me alegra saber de estas cosas, un poco. Pero no sé por qué estoy hablando así.
¿Dónde tienes esa hoja? Y saca la pipa de mi paquete, si no está rota.
Aragorn y Gandalf fueron a ver al Mayoral de las Casas de Curación, y le
explicaron que Faramir y Eowyn necesitaban permanecer allí y ser atendidos
con cuidado aún durante muchos días.
—La Dama Eowyn —dijo Aragorn—. Pronto querrá levantarse y partir; es
menester impedirlo y tratar de retenerla aquí hasta que hayan pasado por lo
menos diez días.
—En cuanto a Faramir —dijo Gandalf—, pronto tendrá que enterarse de que
su padre ha muerto. Pero no habrá que contarle la historia de la locura de
Denethor hasta que haya curado del todo, y tenga tareas que cumplir. ¡Cuida que
Beregond y el perian que presenciaron la muerte no le hablen todavía de estas
cosas!
—Y el otro perian, Meriadoc, que tengo a mi cuidado ¿qué hago con él? —
preguntó el Mayoral.
—Es probable que mañana esté en condiciones de levantarse un rato —dijo
Aragorn—. Permíteselo, si lo desea. Podrá hacer un breve paseo, en compañía
de sus amigos.
—Qué raza tan extraordinaria —dijo el Mayoral, moviendo la cabeza—. De
fibra dura, diría yo.
Un gran gentío esperaba a Aragorn junto a las puertas de las Casas de
Curación; y lo siguieron; y cuando hubo cenado, fueron y le suplicaron que
curase a sus parientes o amigos cuyas vidas corrían peligro a causa de heridas o
lesiones, o que yacían bajo la Sombra Negra. Y Aragorn se levantó y salió, y
mandó llamar a los hijos de Elrond; y juntos trabajaron afanosamente hasta altas
horas de la noche. Y la voz corrió por toda la ciudad: « En verdad, el rey ha
retornado.» Y lo llamaban Piedra de Elfo, a causa de la piedra verde que él
llevaba, y así el nombre que el día de su nacimiento le fuera predestinado, lo
eligió entonces para él su propio pueblo.
Y cuando por fin el cansancio lo venció, se envolvió en la capa y se deslizó