Page 366 - El Retorno del Rey
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los reyes, se llamaba ahora Minas Tirith, una ciudad siempre en guardia contra el
mal de Morgul.
Eärnur había empuñado el cetro sólo siete años cuando el Señor de Morgul lo
desafió de nuevo y lo provocó diciéndole que a un timorato corazón juvenil había
ahora sumado la debilidad de la vejez. Entonces Mardil ya no pudo disuadirlo, y
Eärnur cabalgó con una pequeña escolta de caballeros hasta las puertas de Minas
Morgul. Nada más se supo de cuantos integraron esa cabalgata. Se creía en
Gondor que el desleal enemigo había tendido una trampa al rey, y que éste había
muerto en tormento en Minas Morgul; pero como no había testigos de esa
muerte, Mardil el Buen Senescal rigió Gondor en nombre de Eärnur por muchos
años.
Ahora bien, los descendientes de los reyes eran pocos. Habían disminuido
mucho en número durante la Lucha entre Parientes; y desde entonces los reyes
eran celosos en extremo y vigilaban de cerca a todos sus consanguíneos. Con
frecuencia aquellos sobre quienes recaía alguna sospecha huían a Umbar, y allí
se sumaban a los rebeldes; mientras que otros renunciaban a su linaje y tomaban
esposas que no eran de sangre Númenóreana.
De modo que no era posible encontrar pretendiente alguno de la sangre de los
reyes, o cuya pretensión fuera escuchada por todos; y todos temían el recuerdo
de la Lucha entre Parientes, pues sabían que si volvía a asomar una disensión
semejante, significaría el fin de Gondor. Por tanto, aunque los años se
prolongaban, el Senescal siguió gobernando Gondor, y la corona de Elendil
estaba en el regazo del Rey Eärnil en las Casas de los Muertos, donde Eärnur la
había dejado.
Los Senescales
L a Casa de los Senescales se llamó la Casa de Húrin, porque descendían del
Senescal del Rey Minardil (1621-1634), Húrin de Emyn Arnen, hombre de la
raza Númenóreana. Los reyes habían elegido siempre a los Senescales de entre
sus descendientes; y después de los días de Pelendur, la Senescalía se volvió
hereditaria igual que el reinado, de padre a hijo o al pariente más próximo.
Cada nuevo Senescal, en verdad, tomaba el cargo jurando « esgrimir el
bastón de mando y gobierno en nombre del rey, hasta que él vuelva» . Pero