Page 46 - El Retorno del Rey
P. 46
—El sol está alto —le dijo Legolas—. Ya todos andan ocupados de aquí para
allá. Vamos, Señor Zángano, ¡levántate y ve a echar una mirada, mientras
todavía estás a tiempo!
—Hubo una batalla aquí, hace tres noches —dijo Gimli—, y aquí fue donde
Legolas y yo jugamos una partida que yo gané por un solo orco. ¡Ven y verás
cómo fue! ¡Y hay cavernas, Merry, cavernas maravillosas! ¿Crees que
podremos visitarlas, Legolas?
—¡No! No tenemos tiempo —dijo el elfo—. ¡No estropees la maravilla con
la impaciencia! Te he dado mi palabra de que volveré contigo, si tenemos alguna
vez un día de paz y libertad. Pero ya es casi mediodía, y a esa hora comeremos,
y luego partiremos otra vez, tengo entendido.
Merry se levantó y bostezó. Las escasas horas de sueño habían sido
insuficientes; se sentía cansado y bastante triste. Echaba de menos a Pippin, y
tenía la impresión de no ser sino una carga, mientras todos los demás trabajaban
de prisa preparando planes para algo que él no terminaba de entender.
—¿Dónde está Aragorn? —preguntó.
—En una de las cámaras altas de la villa —le respondió Legolas—. No ha
dormido ni descansado, me parece. Subió allí hace unas horas, diciendo que
necesitaba reflexionar, y sólo lo acompañó su primo, Halbarad; pero tiene una
duda oscura o alguna preocupación.
—Es una compañía extraña, la de estos recién llegados —dijo Gimli—. Son
hombres recios y arrogantes; junto a ellos los Jinetes de Rohan parecen casi
niños; tienen rostros feroces, como de roca gastada por los años casi todos ellos,
hasta el propio Aragorn; y son silenciosos.
—Pero lo mismo que Aragorn, cuando rompen el silencio son corteses —dijo
Legolas—. ¿Y has observado a los hermanos Elladan y Elrohir? Visten ropas
menos sombrías que los demás, y tienen la belleza y la arrogancia de los señores
elfos; lo que no es extraño en los hijos de Elrond de Rivendel.
—¿Por qué han venido? ¿Lo sabes? —preguntó Merry. Se había vestido, y
echándose sobre los hombros la capa gris, marchó con sus compañeros hacia la
puerta destruida de la villa.
—En respuesta a una llamada, tú mismo lo oíste —dijo Gimli—. Dicen que
un mensaje llegó a Rivendel: Aragorn necesita la ayuda de los suyos. ¡Que los
Dúnedain se unan a él en Rohan! Pero de dónde les llegó este mensaje, ahora es
un misterio para ellos. Lo ha de haber enviado Gandalf, presumo yo.
—No, Galadriel —dijo Legolas—. ¿No habló por boca de Gandalf de la
cabalgata de la Compañía Gris llegada del Norte?
—Sí, tienes razón —dijo Gimli—. ¡La Dama del Bosque! Ella lee en los
corazones y las esperanzas. ¿Por qué, Legolas, no habremos deseado la
compañía de algunos de los nuestros?
Legolas se había detenido frente a la puerta, el bello rostro atribulado, la