Page 102 - Las enseñanzas secretas de todos los tiempos
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música. La historia de amor de Orfeo y Eurídice es uno de los episodios trágicos de la

  mitología griega y, aparentemente, constituye la característica más destacada del rito
  Órfico. Cuando intentaba huir de un villano que pretendía seducirla, Eurídice murió

  como consecuencia del veneno que le inyectó una serpiente venenosa que la picó en

  el talón. Orfeo penetró hasta lo más profundo del infierno y tanto encantó a Plutón y a

  Perséfone  con  la  belleza  de  su  música  que  estuvieron  de  acuerdo  en  permitir  a
  Eurídice volver a la vida, si Orfeo la conducía otra vez al reino de los vivos sin darse

  la vuelta ni una sola vez para ver si ella lo seguía. Sin embargo, tan grande era su

  temor  de  que  ella  se  alejase  de  él  que  volvió  la  cabeza  y  Eurídice,  con  un  grito

  desconsolado, fue arrastrada otra vez al reino de la muerte.
       Orfeo  deambuló  un  tiempo  por  la  tierra,  desconsolado,  y  hay  varias  versiones

  distintas sobre la forma en que murió. Algunas dicen que lo mató un rayo; otras, que,

  al no conseguir salvar a su amada Eurídice, se suicidó. No obstante, la versión que se
  suele aceptar de su muerte es que lo destrozaron las ménades de Ciconia por haberlas

  desdeñado. En el libro décimo de la República de Platón, se anuncia que, por su triste

  destino a manos de mujeres, el alma de quien había sido Orfeo, al ser destinada a vivir
  otra vez en el mundo físico, prefirió regresar en el cuerpo de un cisne a nacer de una

  mujer. La cabeza de Orfeo, tras ser arrancada de su cuerpo, fue arrojada al río Hebro

  junto con su lira y llegó flotando hasta el mar, donde quedó en una grieta de la roca y

  dio  oráculos  durante  muchos  años.  La  lira,  después  de  haber  sido  robada  de  su
  santuario y de contribuir a la destrucción del ladrón, fue recogida por los dioses, que

  la convirtieron en una constelación.

       Hace tiempo que se alaba a Orfeo como patrono de la música. En su lira de siete

  cuerdas  tocaba  armonías  tan  perfectas  que  hasta  los  propios  dioses  reconocían  su
  poder.  Cuando  tocaba  las  cuerdas  de  su  instrumento,  las  aves  y  los  animales  se

  reunían a su alrededor y, cuando paseaba por los bosques, sus encantadoras melodías

  hacían que hasta los viejos árboles se esforzaran por arrancar sus raíces nudosas de la
  tierra  para  seguirlo.  Orfeo  es  uno  de  los  numerosos  inmortales  que  se  sacrificaron

  para que la humanidad pudiera alcanzar la sabiduría de los dioses. Comunicaba a los

  hombres los secretos divinos mediante el simbolismo de su música y varios autores

  han manifestado que, aunque los dioses lo amaban, temían que derrocara su reino y,
  por consiguiente y a su pesar, provocaron su destrucción.

       A medida que fue pasando el tiempo, el Orfeo histórico llegó a confundirse por

  completo con la doctrina que representaba y acabó convirtiéndose en el símbolo de la

  escuela griega de la Sabiduría Antigua. Así, pues, Orfeo fue declarado hijo de Apolo,
  la verdad divina y perfecta, y de Calíope, la musa de la armonía y el ritmo. En otras
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