Page 121 - Las enseñanzas secretas de todos los tiempos
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egipcio, al Hermes de los griegos y al Emeph o Esculapio de los alejandrinos y los
fenicios». Una vez más, se repite aquí la historia de Osiris, Baco, Adonis Balder y
Juram Abí. El culto a Atis y Cibeles también tenía que ver con los Misterios
samotracios. En los rituales de los cabiros se puede encontrar una forma de culto al
pino, porque este árbol, consagrado a Atis, se podaba primero en forma de cruz y
después se talaba en honor del dios asesinado, cuyo cadáver fue descubierto a sus
pies.
«Quien desee analizar las orgías de los coribantes —escribe san Clemente— ha de
saber que, tras matar a su tercer hermano, cubrieron la cabeza del cadáver con una tela
morada, la coronaron y, después de transportarla en la punta de una lanza, la
enterraron bajo las raíces de Olimpo. Estos misterios son, en síntesis, asesinatos y
funerales. [¡Este Padre preniceno, que pretende difamar los ritos paganos,
aparentemente pasa por alto el hecho de que, al igual que el mártir cabiro, Jesucristo
fue traicionado, torturado y, finalmente, asesinado!] Y los sacerdotes de estos ritos,
considerados reyes de los ritos sagrados por aquellos que se encargan de nombrarlos,
aportan aún más rareza al trágico acontecimiento al prohibir el perejil como planta
para llevar a la mesa, porque creen que crecía de la sangre que manaba de los
coribantes, del mismo modo en que las mujeres, al celebrar las Tesmoforias, se
abstienen de comer las semillas de la granada que han caído al suelo, partiendo de la
idea de que las granadas surgieron de las gotas de la sangre de Dioniso. A aquellos
coribantes también los llaman cabíricos y la ceremonia en sí se anuncia como el
misterio cabírico».
Los Misterios de los cabiros se dividían en tres grados: el primero conmemoraba
la muerte de Casmilos a manos de sus tres hermanos; el segundo, el descubrimiento
de su cuerpo mutilado, cuyas partes habían sido halladas y reunidas tras mucho
esfuerzo, y el tercero —acompañado por gran júbilo y dicha—, su resurrección y la
consiguiente salvación del mundo. El templo de los cabiros en Samotracia contenía
una cantidad de divinidades curiosas, muchas de las cuales eran criaturas deformes
que representaban los poderes elementales de la naturaleza, posiblemente los titanes
báquicos. Los niños eran iniciados en el culto cabiro con la misma dignidad que los
adultos, y los delincuentes que encontraban asilo allí quedaban a salvo de
persecuciones. En los ritos samotracios se daba mucha importancia a la navegación y
sus miembros propiciaban, entre otros, a los dioscuros: Cástor y Pólux, o los dioses
de la navegación. La expedición de los argonautas, siguiendo los consejos de Orfeo,
hizo escala en la isla de Samotracia para que sus participantes se iniciaran en los ritos
cabíricos.
Heródoto cuenta que, cuando Cambises entró en el templo de los cabiros, no pudo
contener su regocijo al ver ante él la figura de un hombre de pie y, frente a él, la figura