Page 117 - Las enseñanzas secretas de todos los tiempos
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adoniasmos era la ceremonia de lamentación por la muerte prematura del dios
asesinado.
En Ezequiel 8, 14, está escrito que las mujeres estaban plañendo a Tammuz
(Adonis) a la entrada del pórtico de la Casa de Yahveh que mira al Norte, en
Jerusalén. Sir James George Frazer cita a san Jerónimo con estas palabras: «Nos
cuenta que en Belén, el lugar de nacimiento tradicional del Señor, había un
bosquecillo de un Señor sirio más antiguo aún, Adonis, y que donde había llorado
Jesús de niño se lloraba al amante de Venus». [23] Dicen que, en honor a Adonis, había
una efigie de un jabalí sobre una de las puertas de Jerusalén y que sus ritos se
celebraban en la gruta de la natividad de Belén. Adonis como hombre «corneado» (o
«divino») [24] es una de las claves del uso que hace sir Francis Bacon del «jabalí» en su
simbolismo críptico.
En un principio, Adonis era una divinidad andrógina que representaba el poder
solar que en invierno quedaba destruida por el principio malvado del frío: el jabalí.
Después de pasar tres días (meses) en la tumba, Adonis se levantaba triunfante el
vigesimoquinto día de marzo, en medio de las aclamaciones de sus sacerdotes y sus
seguidores: «¡Ha resucitado!». Adonis nació de un árbol de mirra y la mirra, símbolo
de la muerte por su relación con el proceso de embalsamamiento, fue uno de los
regalos que los tres reyes magos llevaron a Jesús al pesebre.