Page 112 - Las enseñanzas secretas de todos los tiempos
P. 112

reconocían  que  la  historia  ocultaba  un  profundo  misterio  filosófico,  pero  no

  coincidían en cuanto a su verdadera interpretación. La Atlántida de Platón simboliza la
  triple  naturaleza  tanto  del  universo  como  del  cuerpo  humano.  Los  diez  reyes  de  la

  Atlántida son los puntos o números de la tetractys, que nacen como cinco pares de

  opuestos.    [17]  Los números del uno al diez rigen a todas las criaturas y los números, a

  su vez, están sometidos al control de la mónada, o uno, el mayor de ellos.

       Con  el  cetro  de  tres  dientes  de  Poseidón,  aquellos  reyes  dominaban  a  los
  habitantes de las siete islas pequeñas y las tres grandes que componían la Atlántida.

  Desde un punto de vista filosófico, las diez islas representan los poderes trinos de la

  Divinidad  Superior  y  los  siete  regentes  que  se  inclinan  ante  Su  trono  eterno.  Si
  tomamos la Atlántida como arquetipo de la esfera, su inmersión significa el descenso

  de  la  conciencia  racional  y  organizada  al  reino  ilusorio  y  pasajero  de  la  ignorancia

  irracional y mortal. Tanto el hundimiento de la Atlántida como la historia bíblica de la

  «caída del hombre» suponen una involución espiritual, un requisito esencial para la
  evolución consciente.

       O  bien  el  Platón  iniciado  utilizó  la  alegoría  de  la  Atlántida  para  cumplir  dos

  finalidades totalmente diferentes o, de lo contrario, las versiones que conservaban los

  sacerdotes  egipcios  fueron  alteradas  para  perpetuar  la  doctrina  secreta.  Esto  no
  pretende  dar  a  entender  que  la  Atlántida  fuese  algo  meramente  mitológico,  pero

  supera el obstáculo más grave para la aceptación de la teoría de la Atlántida, es decir,

  las  versiones  fantásticas  acerca  de  su  origen,  tamaño,  apariencia  y  fecha  de
  destrucción:  el  9600  a.  de  C.  En  medio  de  la  isla  central  de  la  Atlántida  había  una

  montaña majestuosa que proyectaba una sombra de cinco mil estadios de extensión y

  cuya cima tocaba la esfera del æther. Esta montaña es el eje del mundo, sagrada entre
  muchas razas y simbólica de la cabeza humana, que surge de los cuatro elementos del

  cuerpo.  Esta  montaña  sagrada,  en  cuya  cima  se  alzaba  el  templo  de  los  dioses,  dio

  origen a las historias sobre Olimpo, Meru y Asgard. La ciudad de las puertas doradas,

  la capital de la Atlántida, es la que actualmente se preserva en muchas religiones como
  la Ciudad de los Dioses o la Ciudad Santa. Aquí tenemos el arquetipo de la Nueva

  Jerusalén, con sus calles pavimentadas en oro y sus doce puertas resplandecientes de

  piedras preciosas.

       «La  historia  de  la  Atlántida  —escribe  Ignatius  Donnelly—  es  la  clave  de  la
  mitología griega. No cabe la menor duda de que aquellos dioses griegos eran seres
  humanos.  La  tendencia  a  asignar  atributos  divinos  a  los  grandes  gobernantes

  terrenales está muy implantada en la naturaleza humana».                        [18]

       El mismo autor respalda su punto de vista destacando que las divinidades de la
   107   108   109   110   111   112   113   114   115   116   117