Page 113 - Las enseñanzas secretas de todos los tiempos
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mitología griega no se consideraban creadoras del universo, sino más bien regentes
puestos por los creadores originales, más antiguos. El Jardín del Edén, del cual la
humanidad fue expulsada con una espada flamígera, es, tal vez, una alusión al Paraíso
terrenal, que, supuestamente, estaba situado al oeste de las columnas de Hércules y
que fue destruido por cataclismos volcánicos. La leyenda del diluvio también se puede
remontar a la inundación de la Atlántida, durante la cual el agua destruyó un
«mundo».
¿Acaso el conocimiento religioso, filosófico y científico que poseían los
sacerdotes de la Antigüedad procedía de la Atlántida, cuyo hundimiento arrasó todo
vestigio de su participación en el drama del progreso mundial? El culto al sol de los
atlantes se ha perpetuado en los rituales y las ceremonias tanto del cristianismo como
del paganismo. En la Atlántida, tanto la cruz como la serpiente eran emblemas de la
sabiduría divina. Los progenitores divinos (atlantes) de los mayas y los quichés de
América Central coexistían dentro del resplandor verde y azul celeste de Gucumatz, la
«serpiente emplumada». Los seis sabios nacidos en el cielo se manifestaban como
centros de luz unidos o sintetizados por el séptimo y principal de su orden: la
«serpiente emplumada». [19] El título de serpiente «alada» o «emplumada» se aplicaba
a Quetzalcóatl, o Kukulcán, el iniciado centroamericano. El centro de la sabiduría-
religión atlante era —se supone— un templo piramidal inmenso que se alzaba en la
cima de una meseta, en medio de la ciudad de las puertas doradas. Desde allí salían los
sacerdotes-iniciados de la pluma sagrada, llevando las llaves de la sabiduría universal
hasta los confines de la tierra.
Las mitologías de muchas naciones contienen relatos de dioses que «salieron del
mar». Algunos chamanes de los indios americanos hablan de hombres santos vestidos
con plumas de aves y abalorios que salían de las aguas azules y los instruían en las
artes y los oficios. Entre las leyendas de los caldeos figura la de Oannes, una criatura
en parte anfibia que salió del mar y enseñó a los pueblos salvajes que vivían en las
orillas a leer y escribir, a labrar la tierra, a cultivar plantas medicinales, a estudiar las
estrellas, a establecer formas de gobierno racionales y a familiarizarse con los
Misterios sagrados. Entre los mayas, Quetzalcóatl, el Dios Salvador —algunos
estudiosos cristianos creen que era santo Tomás—, salió de las aguas y, después de
instruir al pueblo en los aspectos esenciales de la civilización, se hizo a la mar en una
balsa mágica de serpientes para huir de la ira del temible dios del espejo humeante:
Tezcatlipoca.
Aquellos semidioses de una época fabulosa que, como Esdras, salieron del mar,