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Este modelo de profesor y estudiante ha llevado a muchos a convertirse en cristia-
nos pasivos. La persona que está al frente hace todo el trabajo, mientras los demás se
sientan y escuchan. Es la actividad principal de la semana y todas las demás son de
menor en importancia en comparación con el servicio dominical.
En segundo lugar, es la forma en que las iglesias reclutan gente para el ministerio. El
proceso se basa en la emoción o la coerción. En pocas palabras, se da a entender que
si no se sirve, se terminará quemado en el infierno, y esto es dañino.
En tercer lugar, la falta de conocimiento y experiencia en los pastores que reclutan.
En cuarto lugar, la gente está esperando una invitación personal. Muchos responden
mucho mejor a una invitación personal y privada.
Quinto, algunos pastores no reconocen el valor de los laicos. Piensan que para que
algo se haga bien lo tienen que hacer ellos mismos.
Por último, muchas personas creen que el ministerio es responsabilidad única del
pastor. 9
Como líderes es nuestra responsabilidad movilizar a la gente para que utilice sus
dones espirituales y ministerios. El pastor no es solamente alguien que agrupa a las
personas, sino que también identifica sus dones y las ayuda para que se preparen y
sean enviadas. Esta es la clave, hacer reuniones reclutando personas para el ministe-
rio. Siempre hay que estar motivando a las personas a participar en lo que es la obra
de Dios, invitándolas a que entren, que formen parte del equipo, aunque les falten
conocimientos, experiencias. Esa es la tarea del pastor fundador, descubrir los dones
de los hermanos, sus cualidades, prepararlos y enviarlos.
Esto nos enseña la Escritura, en Efesios dice que estamos para llamarlos, preparar-
los, edificarlos, instruirlos, dirigirlos y finalmente enviarlos al ministerio:
“a fin de perfeccionar a los santos para la obra del ministerio, para la edificación del cuerpo
de Cristo” (Efesios 4:12).
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