Page 199 - WORLD WC Antes de la Tormenta
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con razón más que suficiente, estaban abiertamente enojados con Sylvanas. Se les habían
           dado monedas y refrigerios por su tiempo y se les había despedido.


                    —El odio —le dijo una vez Anduin a Calia—, siempre me sorprende. No debería.

           Pero lo hace.

                    Ella asintió tristemente con su dorada cabeza


                    —Como sacerdotes, no podemos endurecer nuestros corazones y seguir haciendo

           lo que la Luz nos hace hacer. La vulnerabilidad es tanto nuestra fortaleza como nuestra
           debilidad. Pero no lo querría de otra forma.


                    Las velas casi se habían consumido en la cámara en el último día mientras la
           última persona se colocaba en la silla. Su nombre era Philia Fintallas y la persona que
           había solicitado por ella era su padre, Parqual.


                    Philia  parecía  tener  alrededor  de  quince  años,  si  eso.  Tenía  ojos  grandes  y

           expresivos y una pequeña nariz como un botón. Con la vitalidad de su comportamiento,
           ella parecía tan remotamente lejana de un renegado como el verano del invierno.


                    —Mi  padre  era  un  historiador  en  Lordaeron  y  yo  nacía  ahí  —dijo—.  Pero
           teníamos familia aquí, tías, tíos, primos, y yo había venido de visita. Se suponía que debía
           haberme ido a casa el día anterior… —ella dejó de hablar y las lágrimas se agolparon en

           sus ojos. Anduin sacó  un pañuelo  y  se  lo  ofreció. Ella lo aceptó  con  una sonrisa  de
           agradecimiento temblorosa y bebió el agua que Calia le había servido.


                    —A la llegada de Arthas —Anduin terminó por ella. Miró de reojo a Calia. No
           podía contar el número de veces que el nombre de su hermano había sido mencionado
           durante esas reuniones con los sobrevivientes. Y cada uno de ellos lo había maldecido

           enérgicamente.  En  algún  nivel  debía  herir  a  la  hermana  del  hombre.  Anduin  nunca
           identificó a Calia por su nombre, y ella nunca reaccionó a las infames cosas que se decían
           acerca del Rey Lich. Él admiraba su fuerza, tomando en cuenta especialmente lo que ella

           había dicho sobre no endurecer el corazón.

                    Philia asintió miserablemente, después respiró hondo y prosiguió.


                    —Nunca  escuchamos  nada  de  Mamá  y  Papá,  así  que  asumimos  que  habían
           muerto. Esperamos que estuvieran muertos, tomando en cuenta todo lo que habíamos

           escuchado acerca del Azote. Oh, no es tan malo ahora que lo sé… Debo decirle que mi
           tío no quería que viniera cuando recibí su carta, Su Majestad. Pero debía hacerlo. Si por

           algún milagro todavía es él, tengo que verlo. ¡Tengo que ver a mi papá!

                    Su  voz  se  atoró  mientras  las  lágrimas  que  había  luchado  tanto  por  contener

           rodaban por sus mejillas.


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