Page 44 - WORLD WC Antes de la Tormenta
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—Eres demasiado bueno —dijo Anduin.


                    —Oh, señor —Wyll suspiró—. Nunca lo soy, como bien sabe.


                    Anduin apretó los labios para evitar sonreír en ese momento. Volvió a sentirse
           animado y no podía resistirse a molestar a Wyll.


                    —Estarás feliz de escuchar que iremos de vuelta a Ironforge pronto. ¿A menos
           que prefieras que no?


                    —¿Por qué, Su Majestad, creería que no lo estaría? No hay nada como el constante
           calor y las variables de una forja gigante continuamente en marcha para asegurar un buen

           descanso. Además, seguramente nunca suceden cosas malas en Ironforge. No se convierte
           a nadie en diamante o se entierra bajo escombros, o lo toman como prisionero, o lo fuerzan
           a huir por su vida —el viejo sirviente continuó con una voz vagamente sarcástica.


                    Wyll había acompañado a Anduin en su última visita a Ironforge, poco después

           de que el cataclismo alterase permanentemente la cara de Azeroth. Todas las cosas que el
           sirviente acababa de mencionar, además de otros, pasaron durante ese azaroso viaje y dos
           de esas le habían pasado a Anduin.


                    Las palabras, que pretendían ser un chiste, al menos tanto como le era posible a
           Wyll, causaron que una ola de dolor fluyera dentro del joven rey. Aunque, ésta vez, era

           diferente; la pérdida era antigua. El tiempo había sosegado el dolor aunque jamás lo
           abandonaría por completo. Ante el silencio de su rey, Wyll lo miró mientras colgaba el
           abrigo.


                    —Discúlpeme,  Su  Majestad  —dijo,  su  voz  llena  de  remordimiento—.  No
           pretendía hacer menos su pérdida.


                    —De la pérdida de Khaz Modan —dijo Anduin. El terremoto en Dun Morogh,

           los  temblores  se sintieron incluso  en  Ironforge, fueron  el  primer  indicador  de  que  el
           mundo infeliz estaba en verdadero peligro. Anduin había ido a Dun Morogh para ayudar
           con los trabajos de rescate. No había acogido todavía el camino al sacerdocio, pero sabía
           primeros auxilios y deseaba ayudar desesperadamente. Una ronda de réplicas tomaron la

           vida de Aerin Stonehand, la joven mujer enana que había sido asignada para entrenarlo.

                    Había sido la primera vez que Anduin había perdido a alguien casi de su edad. Y,

           si era honesto consigo mismo, había comenzado a sentir más que una simple amistad
           hacia la vivaz guerrera de ojos brillantes.


                    —Está bien —intentó tranquilizar a Wyll—. Las cosas ahora son mejores. Magni
           despertó de su… ah, comunión con la tierra, yo estoy bien y los Tres Martillos están

           trabajando juntos igual que una máquina gnómica bien aceitada.


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