Page 19 - 100 años P. Cándido
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Él ha sido un modelo de vida, entrega, de servicio, de sencillez, que he visto en muy pocos religiosos.
Ahora, es una referente también, para todas las personas que se acercan a vivir nuestro carisma, sobre
todo, para los jóvenes que se inician en esta vida. Él se constituye como un personaje emblemático, que
muchos que no le conocieron, quieren ahondar en su vida. Es una figura importante que todos quieren co-
nocer. Modelo de oración, de humildad, de silencio. No le gustaba que nosotros hiciéramos ruido en la ca-
pilla, y eso nos enseñó a respetar aquel espacio que busca propiciar la intimidad con Dios.
Yo estaba pendiente de su situación física mientras estuve en Venezuela, porque resulta que, él fue
el fundador del Colegio Fr. Luis Amigó de San Felipe, y por eso, en el Colegio se le quiere mucho. Actual-
mente en el Colegio hay familiares un poco lejanos de él, por lo que su recuerdo era aún más vivo. Ahora,
cuando me enteré que murió, sentí tristeza, porque, obviamente a uno le cuesta asumir que alguien espe-
cial no estará más entre nosotros. Por otra parte, fue una alegría saber que ya estaba descansando, en la
gloria de Dios, después de haber dado todo. Estuve consciente de que es una persona santa la que se ele-
vaba al cielo, y aunque no lo canonicen, ni haga milagros, nos manifiesta la grandeza de la vida espiritual
y de la vida consagrada.
He escuchado muchas cosas de él, tanto de religiosos mayores y jóvenes, y de los que son de nues-
tra época. Siempre coinciden en que, llegaron a una persona sencilla, cariñosa, jovial, afectuosa, que nos
han iluminado el camino de consagración.”
Por Esvin Villeda P. Carlos Montoya
Superior Provincial B.P.
“El Padre vaquero”
“El P. Cándido ha sido un referente en mi vida religiosa. Era muy espiritual y trabajador. Influyó mu-
cho en mi proceso de formación. Lo conocí, cuando llegué al aspirantado, el 20 de enero de 1992. Fue signi-
ficativo aquel encuentro, porque, desde su sencillez, la humildad, del trabajo, y desde su espiritualidad, se
convirtió en un referente para mí. Lo primero que hacía con los aspirantes, era llevarlos a trabajar a la le-
chería. Las primeras palabras que me dirigió en una tarde, fueron: “-cuando uno llega a una comunidad, o
entra a un proceso formativo lo primero que tiene que hacer es aprender a querer y a valorar las cosas
que han en la casa donde uno llega-”. Nunca se me olvida esa frase. Como sacerdote, era sencillo, des-
complicado,; de hecho su confesionario era el camión donde entregaba leche y acarreaba el alimento pa-
ra las vacas. Siempre estuvo dispuesto a ayudar en las dificultades que se pudieran estar viviendo.
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