Page 15 - 100 años P. Cándido

Lo conocí cuando estaba de práctica en Go-
della; él llegó de América y era Superior de la casa
San Vicente Ferrer. Él llegaba a darnos clases de
inglés. En unas vacaciones sustituí a un educador
en un grupo de chicos de su casa. Yo hice lo que
pude y traté de aplicar en este tiempo y en poste-
riores ocasiones, lo que llamó “Normas pedagógi-
cas”, que contenían cosas interesantes y novedo-
sas.
Estuve de comunidad con él en dos ocasio-
nes. La primera vez, catorce años en el Seminario
P. Luis Amigó de Costa Rica. Luego, seis años en
Puerto Rico. Entre él y yo, fuimos organizando de
cero, lo que ahora es la casa de formación más
importante en nuestra Provincia.
Él era trabajador, competente, sabio, ponía
entusiasmo y empeño en todo lo que hacía. Ahora,
por asuntos de trabajo, muchos pensaban que nos
reñíamos, pero, es nuestro estilo español, que nos
decimos bien fuerte las cosas y al instante esta-
mos tranquilos. No teníamos las mismas ideas.
Era impaciente con cosas de tipo mundano. Cuan-
do íbamos a encuentros de formación, él decía -
“así cualquiera se hace fraile, por la mañana Misa
y por la tarde baile”-. No era nada de baile, pero no
le gustaba que perdiéramos el tiempo, o que los
novicios estuvieran mucho rato fuera de casa.
También decía -“la vida está toda para aprender”-;
“-Zamora no se conquistó en una hora”.
Tenía ideas de avanzada, leía a Alessandro
Pronzato, a Leonardo Boff,. Miraba el progreso. En
teología hablaba de Jesucristo, que debíamos vivir
el Evangelio, porque los frailes y muchas perso-
nas cristianas seguían en el antiguo testamento, y
que debían pasar a una vida según el nuevo testa-
mento, desde el amor, el servicio.
Fue una persona con una gran visión de la
vida, de la Iglesia, de la Congregación. Pienso
que si seguimos lo que él nos dice en sus escri-
tos, seríamos una gran Congregación. Vale la
pena que sigamos sus doctrinas. Es un hombre
que tenía ideas fuertes y sólidas para el futuro.
No lo podemos olvidar.
Ahora bien, su partida me afectó Yo estaba en
Puerto Rico y recé por él. Lo quise mucho, con
sus virtudes y defectos, y creo que está en el
cielo, porque fue muy humano y empeñado en
todo lo que hacía. Alguna vez le decíamos caci-
que, porque cuando tenía la idea muy clara, no
había forma en que declinara, así que, teníamos
que ceder.
Recuerdo que él daba clases de Sagrada Escri-
tura a los novicios. Y como tenía ideas de avan-
zada, se las compartía a ellos, y les decía: “No se
lo cuenten al padre maestro”. Pero estos, en
cuanto podían me lo decían, como para riñera
con él. A mí, me decía: “A la próxima te van a ha-
cer Provincial”. No acertó ninguna. Pero me daba
bromas con eso. Yo, como él, he tratado de dar lo
mejor en donde he estado.
Espero que el Señor, a través de las ideas y el
amor a la Congregación que tuvo el P. Cándido,
prenda en ustedes (los novicios) el impulso de
hacer una Congregación grande,.
“Fue una persona con una gran visión
de la vida, de la iglesia, de la Con-
gregación.”
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