Page 11 - 100 años P. Cándido
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Durante su vida, tuve muchos encuentros con él. Siempre fue muy cercano conmigo. Una de las últi-
mas veces que lo vi en Madrid, nos encontramos en Caldeiro, él tenía la intensión de visita a su hermano,
que estaba en una ciudad cercana, en un centro de ancianos. Un domingo, lo llevamos por a Sigüenza, en
donde pudo estar con él, y unos meses después, su hermano Manuel Murió,. Su hermano, había estado
muchos años en América. En Colombia, tuvo mucho cercanía con la Congregación.
Por otro lado, cabe señalar que, el mejor recuerdo que puedes tener de él, es el don de gentes, esa
capacidad de adaptarse a la persona con la que tratase; fuese muchachos, gente de gobierno o lo que sea.
Y así con naturalidad, sin forzar nada, se expresaba con toda tranquilidad, como quien domina el tema y
la situación.”
Cuando estaba de seráfico, en el Seminario
San José de la Estrella, llegó, procedente de Espa-
ña a ser el Superior. Para nosotros fue una persona ma-
ravillosa. Nos enseñó latín. No le gustó la gramática que
teníamos, entonces, de su puño y letra, escribía lo que “Exigente, pero querendón”
llamaban las declinaciones y todos los complementos
que se derivaban de estas. Él escribía, nos daba su cua-
derno para que los transcribiéramos, y luego nos daba
la clase. Además, se preocupó muchísimo por nosotros,
sobre todo en la alimentación. En esa época en el Semi-
nario, la alimentación era bastante deplorable, muy po-
bre. Nosotros éramos niños y jovencitos y él cuidó de
que tuviéramos una alimentación de lo más completa Por Diego Herrera
que se pudiera. Fue ese año de seminario, el mejor, por-
que no solo se preocupó de la alimentación, sino, tam-
bién, de lo espiritual. Los otros también fueron buenos,
pero, hay unos que son mejores que otros. Recuerdo que
luego, participó activamente en la organización de la Es-
cuela de Trabajo San José. Él fue el primer director. Y con
esto, se iniciaba la reeducación infantil en Colombia.
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