Page 108 - Brugger Karl Crnica de Akakor
P. 108
estaban convencidos de los planes de invasión alemanes; de otro modo, sería imposible
explicar las poderosas unidades armadas estacionadas a lo largo de la costa Norte. El ministro
brasileño de Asuntos Exteriores Oswaldo Aranha expresó la misma opinión en una discusión
mantenida en 1941 con el embajador de los Estados Unidos Jefferson Caffery: «Estamos
convencidos de que la Wehrmacht alemana tratará de ocupar América Latina. Razones
estratégicas requieren que la invasión comience por Brasil».
258
Barcos brasileños hundidos por los submarinos U- alemanes
Los historiadores militares alemanes ofrecen una opinión bastante diferente. En su evaluación
de la estrategia del Tercer Reich, consideran que los planes de invasión eran meros sueños de
autorrealización de Rosenberg, técnicamente impracticables y nunca seriamente planeados.
Esta corriente de pensamiento no sabe cómo explicar un cable secreto enviado por el
Secretario de Estado Weizsaecker a la Feldmark, el nombre en clave de la sección para
América del Sur de Asuntos Exteriores. En este cable,
259
Weizsaecker informaba al embajador Ritter sobre las discusiones internas entre la Wehrmacht
y Asuntos Exteriores en relación con las operaciones contra la tierra firme brasileña. La
referencia a la tierra firme confirma otras informaciones relativas a los planes de Hitler para
extender más tarde o más temprano su poder a América Latina. Según los protocolos de la
conferencia de Munich del 29 de septiembre de 1938, Chamberlain sugirió al Führer que en-
viara colonos alemanes a la Amazonia.
Los 2.000 soldados alemanes en Akakor
Los datos históricos disponibles no son suficientes para proporcionar una prueba irrefutable de
un desembarco de fuerzas alemanas en Brasil. Pero los informes sobre la mística imagen que
Hitler tenía del Universo son extraordinariamente reveladores. Éstos se remontan al año 1920,
cuando el antiguo pintor de casas conoció al poeta Dietrich Eckehardt, quien durante tres años
influyó en el futuro ((Führer del Gran Imperio Alemán» con sus teorías sobre el origen de las
tribus germánicas en Thule, los seres sobrenaturales de una civilización desaparecida y el
inminente nacimiento de una raza superior en el corazón de Alemania. En octubre de 1927,
poco antes de su muerte, Eckehardt escribió: «Seguid a Hitler. Él bailará. Pero la melodía la
escribí yo. Nosotros le hemos dado la oportunidad de ponerse en contacto con Ellos. No os
aflijáis por mí. Yo he influido en la historia más que ningún otro alemán».
La canción del maestro Eckehardt fue interpretada demasiado pronto. En unos pocos años, la
asociación reli-
260