Page 65 - Brugger Karl Crnica de Akakor
P. 65
dirección de la valerosa Mena forzaron a los hombres a tomar el arco y la flecha y
a enfrentarse a los Blancos Bárbaros.
«¡Vayamos a la guerra!»: así hablaron las mujeres. «¿No somos lo suficientemente
numerosos como para expulsar a los barbudos extranjeros? ¿No somos lo sufi-
cientemente fuertes como para derrotarlos?» Y las
146
mujeres de los Akahim se sublevaron, abandonaron sus vasijas y rompieron sus
ollas; apagaron el fuego del fogón v marcharon a la guerra. Deseaban mostrarles
su fuerza a los Blancos Bárbaros. Iban a chascar sus huesos y convertir su carne
en polvo.
La guerra de los Akahim contra los Blancos Bárbaros es uno de los capítulos más
heroicos de la historia de la Humanidad. Aliados con los supervivientes de la Tribu
de los Caminantes, libraron grandes batallas contra sus enemigos. Desde largas
canoas, las mujeres guerreras atacaron las naves enemigas que estaban
ancladas, arrojaron flechas incendiarias a las velas y éstas ardieron. Para detener
su avance, levantaron diques en los ríos con gigantescas piedras. Así como antes
hicieran los Ugha Mongulala, destruyeron su propio país. De esta forma, los
Akahim resistieron el ataque de los Blancos Bárbaros durante siete años. Durante
este período de tiempo mataron a miles de barbudos guerreros, pero también ellos
murieron por miles. Y entonces la fuerza de los Akahim estaba agotada. Las
mujeres habían demostrado su coraje y llevado a su pueblo al borde de la
extinción. Las quejas de la nación hermana eran tan altas que el llanto y la tristeza
estallaron en Akakor.
Roja estaba la tierra, roja de sangre real. Pero era una buena muerte la que los
valientes Akahim habían encontrado, la mejor. Rompieron la fuerza de los
enemigos. Hicieron saltar sus huesos como cuando se muele el maíz para fabricar
harina. Arrojaron sus huesos a la corriente. Y el agua los arrastró, a través de las
montañas más elevadas, y también de las más bajas.
147
Las mujeres de los Akahim, conocidas como las amazonas en el idioma de los
Blancos Bárbaros, han continuado siendo valientes guerreras. A pesar de las graves
pérdidas, lograron con el tiempo restablecer nuevamente la vida de la comunidad e
impedir el avance de los Blancos Bárbaros hacia el interior de su territorio tribal
original. Se separaron de las Tribus Aliadas y establecieron un nuevo orden en la vida
de la comunidad. De la antiguamente poderosa tribu que vivía en los valles
inaccesibles de las montañas de Parima solamente quedan hoy unas 10.000
personas. Pasan la mayor parte de sus vidas en las residencias subterráneas de los
Dioses. Únicamente salen a la superficie para cultivar sus tierras y para cazar.
La vida de los Akahim difiere mucho de la de mi pueblo Están gobernados por una
princesa que es descendiente de la guerrera Mena. Ella es la soberana absoluta de su
pueblo. Ella selecciona a los miembros del consejo supremo, a los señores de la
guerra y a los funcionarios. Todos los puestos de importancia están reservados para
las mujeres. Los hombres sirven como simples soldados o trabajan en los campos.
Incluso el Sumo Sacerdote es una mujer. Como el de mi nación, preserva el legado de
los Dioses. Desde la rebelión de las mujeres, los Akahim desconocen el matrimonio.
Únicamente durante el embarazo entran los hombres y las mujeres en una unión in-
tima. Tras el nacimiento del hijo, el hombre es rechazado nuevamente por la mujer.
Desde la edad de doce años, las muchachas disfrutan de una educación privilegiada
en las escuelas de las sacerdotisas y son instruidas en el arte de la guerra y en la
administración del territorio. A partir de esa misma edad, los muchachos se ven
obligados a trabajar. Carecen de derechos y viven como esclavos. Son expulsados de
la unión tribal por el más leve delito y se ven forzados a abandonar
148
las residencias subterráneas. Muchos de estos desgraciados han huido a Akakor.