Page 62 - Brugger Karl Crnica de Akakor
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enriquecieron con la explotación de sus colonias. Mientras que España saqueaba Perú y
México, Portugal iniciaba la conquista de la costa oriental brasileña. En los años 1541-42,
Orellana, compañero de batallas de Pizarro, realizó su histórico viaje a través del
continente sudamericano. Él fue el primero en navegar el río Amazonas, al que dio nombre
por las belicosas mujeres que decía haber encontrado en su viaje. Tras su regreso en 1
546 al Nuevo Mundo, murió de malaria en la desembocadura del Amazonas. Por la misma
época, los ingleses y los holandeses iniciaron la exploración de los afluentes del
Amazonas. En el año 1616, el portugués Caldera Castello Branco, en nombre del Reino
Unido de
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Portugal y España, fundó la ciudad de Belém, desde la que se iniciaría la exploración de la
Amazonia por parte de los portugueses. La figura más destacada fue la de Pedro Texeira,
quien en 1637 repetiría en dirección opuesta el histórico viaje de Orellana. Texeira determinó
en nombre de Portugal la futura frontera occidental de Brasil en la confluencia de los ríos
Aguarico y Ñapo. Pedro Texeira. quien se enorgullecía de haber matado con sus propias
manos a 30.000 salvajes, murió en el año 1 641. Según las estimaciones del padre jesuíta
Antonio Veira, en un período de treinta años los conquistadores portugueses asesinaron a dos
millones de indios de la jungla.
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La llegada de los Blancos Bárbaros por el Este
¿Dónde está la Tribu de la Gloria que Crece? ¿Qué ha sido de los incas, los Hijos
del Sol? ¿Dónde están la Tribu de la Gran Voz, la Tribu de los que se Niegan a
Comer, y muchos otros de los antiguamente poderosos pueblos de las Tribus
Degeneradas? La avaricia y la violencia de los Blancos Bárbaros las han hecho
derretirse como la nieve al sol. Muy pocas han logrado huir hacia el interior de los
bosques. Otras se han ocultado en las cumbres de los árboles, como la Tribu que
Vive en los Árboles. Allí no tienen ni ropas protectoras ni nada para comer. Nadie
sabe dónde están, y quizás ahora ya todos se hallen muertos. Otras tribus se han
rendido a los Blancos Bárbaros que les hablaron con palabras suaves. Mas las
buenas palabras no son compensación alguna para la miseria de todo un pueblo.
Las buenas palabras no le dan salud ni
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tampoco le evitan la muerte. Las buenas palabras no dan a las tribus un nuevo
país en el que puedan vivir en paz, cazar libremente y cultivar sus campos. Todo
esto lo vio mi pueblo con sus propios ojos. Nuestros exploradores se adentraron en
el territorio de los Blancos Bárbaros y nos trajeron estas noticias. Mi corazón se
estremece de dolor cuando pienso en todas las falsas promesas que hicieron. Pero
realmente, no podemos esperar que los blancos cumplan sus promesas, como
tampoco podemos esperar que los ríos fluyan hacia arriba. Porque son malvados y
traicioneros, tal y como está escrito en la crónica:
«Savia roja mana de los árboles, savia que es como la sangre.» Así fue cómo
hablaron los mensajeros de las Tribus Aliadas cuando llegaron ante los Servidores
Escogidos. «Porque los Blancos Bárbaros han desembarcado también en el Este,
con sus naves cuyos mástiles llegan hasta el cielo. Han llegado con sus armas que
rugen y que desde la distancia envían la muerte, y cuyas flechas son invisibles. Y
han ocupado la Tierra.» Éste fue el relato que los mensajeros trajeron. Esperaron
impacientes y suplicaron la decisión del consejo supremo. Imploraron a los Dioses
en solicitud de ayuda. «No nos abandonéis», suplicaron. «Conceded armas a
nuestros hombres para que podamos arrojar al enemigo del país y pueda regresar
la luz al imperio de los Servidores Escogidos.» Así fue cómo hablaron los
mensajeros, los sufridos guerreros, los hombres desesperados de las Tribus
Aliadas. Y esperaron al Sol que ilumina la bóveda del cielo y la superficie de la
Tierra. Esperaron y trajeron a Akakor las noticias de la llegada de los Blancos
Bárbaros por el Este.