Page 58 - Brugger Karl Crnica de Akakor
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que los Padres Antiguos habían abandonado la Tierra; seis mil años habían
pasado desde el tránsito de Lhasa. Pero los sacerdotes, que conocen todas las
cosas, que ven el futuro, y para quienes nada permanece oculto, observaron sig-
nos ominosos en el cielo. Muy pronto se descubrió que las noticias sobre el retorno
de nuestros Maestros Antiguos constituían un cruel error. Los extraños no venían
con buenas intenciones, para asumir el poder con bondad y con sabiduría.
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En vez de felicidad y de paz interior, trajeron lágrimas, sangre y violencia. En un
frenesí de odio y de avaricia, los extranjeros destruyeron el imperio de nuestra
nación hermana, los incas. Quemaron ciudades y aldeas, y asesinaron a hombres,
mujeres v niños. Los Blancos Bárbaros —así es como hoy los llama
Campañas de los colonizadores españoles y portugueses
mos— rechazaban el legado de los Padres Antiguos y erigieron templos bajo el
signo de la cruz; y en su honor sacrificaron a millones de hombres. Una gran
estrella se estaba acercando a la Tierra y arrojaba una cansina luz sobre las lla-
nuras y las montañas. El Sol también había cambiado, tal y como está escrito en la
crónica:
«,¡Ay de nosotros! Los signos apuntan hacia el desastre. El Sol no se muestra
brillante y amarillo, sino rojo como la sangre espesa.» Así era como hablaban los
sacerdotes. «Los extranjeros no traen la paz. No confían en el legado de los
Padres Antiguos. Sus pensamientos están hechos de sangre. Siembran la sangre
por todo el imperio.-»
El desastre que nuestros sacerdotes habían predicho afectó en primer lugar a los
incas. Estalló una guerra civil en su imperio. Los dos hijos de Huayna Capác
lucharon entre sí por el puesto de príncipe. En una sangrienta batalla que tuvo
lugar en los campos cercanos a Cuzco, el primogénito Huáscar fue derrotado por