Page 57 - Brugger Karl Crnica de Akakor
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de los huesos del jaguar herido.
1 Los Blancos Bárbaros en el imperio de
los Incas
1492 - 1534
La transición desde la Edad Media a la era moderna vino caracterizada por los descubrimientos
españoles y portugueses. Éstos movieron a las naciones europeas a atravesar el Atlántico.
Audaces marinos habían ya descubierto las islas atlánticas en la primera mitad del siglo XV, y
en el año 1492 Cristóbal Colón descubrió América. Colón realizó cuatro viajes al Nuevo Mundo
y en Haití fundó la primera colonia española. En 1 500, el navegante portugués Cabral
descubrió Brasil. En 1519, Cortés inició la conquista de México. Tras tres años de resistencia,
Moctezuma II, el rey de los aztecas, capituló. Posteriormente sería asesinado por los
españoles. Misioneros cristianos excesivamente celosos destruyeron la vieja civilización
mexicana. En 1531, Pizarra inició la conquista de Perú. El poderoso imperio de los incas, que
se hallaba debilitado por una guerra civil, cayó derrotado tras tres años de lucha contra las
mejor armadas tropas españolas. Su Rey del Sol,
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Atahualpa, que había sido traicionado y capturado, seria estrangulado en el año 1 533. Únicamente
sobrevivieron a la destrucción pequeños ecos de una civilización alta mente desarrollada,
principalmente obras arquitectónicas, la escritura en nudos y objetos de oro. La población inca que
según los escritores contemporáneos llegó a contar con diez millones de personas, quedó reducida
en unos pocos años a tan sólo tres millones. El valor de los lingotes de oro transportados por los
españoles desde Perú aseen dio a unos 5.000 millones de dólares en moneda actual.
La llegada de los Blancos Bárbaros
Todo está incluido en la Crónica de Akakor. escrito con buenas palabras y con
lenguaje claro. Mas yo la estoy relatando cuando ya el tiempo se acaba. Estoy
exponiendo el Libro de la Sabiduría y la vida de mi pueblo según el legado de los
Dioses para dar una descripción del pasado y de! futuro. Porque los Ugha Mongulala
están condenados a la extinción. Cada ve/ son más los árboles que caen, muertas sus
raíces. Cada ida son más numerosos los guerreros caídos ante las invisibles flechas
de los Blancos Bárbaros. Un río infinito de sangre recorre los bosques del Gran Río
hasta las ruinas de Akakor. Desde que los Blancos Bárbaros avanzan por el interior de
nuestro país. el desaliento y el desánimo embargan a mi pueblo, tal y como está
escrito en la crónica:
Noticias extrañas llegaron al consejo supremo acerca de unos hombres extranjeros
barbudos v de sus poderosas naves que se deslizaban silenciosamente sobre las
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aguas y cuyos mástiles llegaban hasta el cielo. Noticias sobre extranjeros blancos,
robustos y poderosos como dioses. Eran como nuestros Padres Antiguos. Y el
consejo supremo, pensando en los Maestros Antiguos, dispuso que fueran
encendidas hogueras de alegría. Quemaron ofrendas sacrificiales ante los Dioses,
quienes por fin habían regresado. Y la buena nueva corrió entre los hombres; se
esparció de tribu en tribu; día y noche sonaron los tambores. Toda la nación lloró
de alegría. Porque la profecía se había cumplido. Los Dioses estaban regresando.
A comienzos del año 12.013 (1532, según el calendario de los Blancos Bárbaros)
tales pensamientos habrían sido sacrílegos. Parecía como si la profecía de los
Padres Antiguos fuera a cumplirse. Seis mil años después de su última visita a la
Tierra, regresaban, tal y como habían prometido. Y la alegría del Pueblo Escogido
era por tanto grande. Se acercaba una nueva era en el horizonte, un retorno a los
días en los que los Ugha Mongulala habían gobernado sobre el mundo en el Norte,
en el Sur, en el Oeste, y en el Este. Los únicos que no compartían el júbilo general
eran los sacerdotes. Ellos dudaban de las noticias sobre el regreso de los Dioses,
aun cuando las fechas correspondíanse con las predicciones: doce mil años hacía