Page 52 - Brugger Karl Crnica de Akakor
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tradicionales y patearon nuevos caminos, donde fundaron sus propios poblados.
                  En contra de la voluntad del consejo supremo de Akakor, construyeron numerosas
                  ciudades. Cada uno de sus nuevos caudillos comandaba su propio ejército.
                  A mediados del undécimo milenio el imperio de los Ugha Mongulala había traspasado
                  su cénit. El ejemplar territorio de Lhasa temblaba bajo la revuelta de las Tribus Aliadas.
                  Enormes ejércitos de tribus salvajes desbordaron las fortalezas fronterizas del Mato
                  Grosso y de Bolivia. En Akakor. las tensiones entre el consejo supremo y los
                  sacerdotes aumentaron. La falsa fe y la idolatría amenazaban el legado de los
                  Maestros Antiguos. Solamente la triple división del poder introducida por Lhasa impidió
                  el colapso del imperio. El pueblo de los Ugha Mongulala se benefició de su orden y de
                  sus leyes. pero ni siquiera éstas pudieron impedir una lenta desintegración del imperio,
                  que se vio acelerada por los acontecimientos que se estaban desarrollando en la
                  frontera occidental.
                  Allí los incas estaban librando enormes batallas y sometiendo a muchas tribus.
                  Conquistaron los caminos de acceso a los estrechos del Norte y avanzaron sobre las
                  laderas orientales de los Andes hasta la destruida ciudad religiosa de Tiahuanaco. Por
                  vez primera desde el regreso de los Dioses, exploradores hostiles habían llegado
                  hasta las murallas de Akakor. Mas entonces ocurrió un acontecimiento que ha que
                  dado descrito en nuestra crónica con las siguientes palabras:
                  Ahora hablaremos sobre los guerreros que llegaron desde el Este. A hora
                  hablaremos sobre la llegada de los godos. Así era como ellos se llamaban a sí
                  mismos. 364 generaciones habían pasado desde la partida de los Dio
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